Una pieza más del puzzle.

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Capítulo veintiséis: Una pieza más del puzzle.


    

DESCONOCIDO.

 

La primera vez que mate a alguien, fue tan excitante, que tuve que quedarme un segundo en silencio, absorbiendo todos aquellos sentimientos que me estaban embarcando.
Las personas suelen decir que cuando matas a alguien sientes terror y rechazó de inmediato, y que te arrepientes en el segundo que comprendes lo que hiciste. Ese no fue mi caso.

La primera vez que mate a alguien tenía quince años, pero he de confesar que ya venía fantaseando con esa ide desde hace años.

No hay nada más excitante y satisfactorio que saber que la vida de alguien depende de ti. Saber que tu decides si vive o no te llena el pecho de algo mucho mejor que la alegría. Es diez veces mejor que estar drogado.
Ver esos ojos llenos de terror y arrepentimiento mientras le rezan a un Dios inexistente y suplican por su vida te da una sensación de poder tan reconfortante.

Recuerdo que la primera vez que mate a alguien tuve que cerrar mis ojos mientras regulaba mi respiración y trataba de recordar cada pequeño detalle. Deseé con todas mis fuerzas tener una maquina del tiempo para poder volver el tiempo atrás y revivir una y otra vez esa experiencia.

Hasta que me di cuenta que podía hacerlo.  Podía revivir esa experiencia tantas veces como yo quisiese. Y ese pequeño pensamiento fue el detonante de mi nuevo y mejorado mundo.

Una vez leí en alguna parte la frase "Si en verdad lo deseas, ¿por qué no habrías de hacerlo? "

Entendí realmente que lo bueno y lo malo no existe, si no que sólo existe las personas que consideran lo que es bueno o malo. Ya, puede que yo mate gente, y si, puede que lo disfrute, pero ¿si está tan mal por qué se siente tan jodidamente bien hacerlo?. Supongo que solamente seguí mi instinto. Fue algo confuso para mi al principió, la gente se aterraba ante la idea de alguien asesinado a las personas, pero lo celebraban si los de el ejercito o la policía lo hacían. ¿Cual diferencia había?, para mi ninguna. Sólo que uno estaba socialmente aceptado y la otra no.

Recuerdo que hubo un tiempo en el que estaba totalmente repleto de odio. Tenía cerca de quince años y odiaba tanto al mundo y la gente que habitaba en él. No odiaba la vida, odiaba a su gente, odiaba que no me dejaran disfrutar las cosas buenas de ella, como la libertad o vivir tranquilo, mi paz era generalmente opacada por hombres gordos y frustrados con su propia vida, militares, policías, etc, personas que tenían un mínimo poder y por eso mismo se creían mejores que todos, riéndose de la gente sin techo, criticando a los políticos o a la gente que votaba a un partido diferente que al de ellos, llenándose sus gordas barrigas con litros y litros de alcohol y teniendo mente tan reprimidas y asquerosas, creyéndose con el derecho de criticar a todo el mundo llamándolos con insultos como "pobres de mierda" "negros" "vagos". Los odiaba a ellos y odiaba que se creyeran superiores. No eran nada más que unos mediocres y pobres infelices aspirando a algo que nunca tendrían, y lo sabían, por eso hacían todo lo que estaba en sus asquerosas y sucias manos para hacer infelices a otros.

Fue tan satisfactorio para mi cuando mate por primera vez a uno de ellos. Un militar, pesaba cerca de ochenta kilos y tenía una barriga enorme. Lo golpeé tan fuerte mientras él, en su estado de ebriedad, me gritaba que me mataría en cuanto tuviera la oportunidad, decía que era un marica y juraba que me degollaría la cabeza. Decía que él era un ser superior, que me mataría en cuanto pusiera sus manos sobre mi, "No eres más que un pobre y estúpido mocoso. A la gente como tu hay que matarlas, hay que quemarlas vivas. " Recuerdo a las perfección sus palabras, porque eso fue exactamente lo que hice con él, quemarlo vivo. Lo que sentí al verlo gritar y retorcerse de dolor mientras era calcinado vivo, mientras el olor a su carne siendo quemada con una rapidez absoluta por la cantidad de alcohol que había ingerido y toda la gasolina que había rociado sobre él lejos de asquearme me hizo sentir tan bien. Se trago sus asquerosas palabras y murió delante de mis ojos.

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