Emociones.

225 21 9
                                    

Treinta y tres:

BLUE:

Cuando desperté, un dolor punzante recorrió todo mi cuerpo. Me dolía absolutamente todo y los oídos no paraban de pitarme. Abrí los ojos para luego cerrarlos de inmediato debido a la repentina luz que acababa de cegarme. Volví a abrirlos, esta vez parpadeando varías veces para acostumbrarme al brillo. Mire a mi alrededor tratando de reconocer el lugar en el que me encontraba, y lo hice de inmediato. Estaba en mi habitación, ¿cuándo llegue aquí?.

______ Tu encárgate de eso por mí. No me moveré de aquí hasta que ella despierte. - Oí una voz familiar provenir desde fuera de mi habitación, y el cuerpo se me congeló por completo.

Me sentía nerviosa y ansiosa, pero ni siquiera entendía porqué.
De pronto, retazos de recuerdos de lo que pasó la noche de mi cita con Abraham llegaron a mi cabeza.
Nosotros cenando juntos, nosotros charlando, nosotros en el acantilado. Ese hombre mirándonos desde la oscuridad. El ligero destello de luz que se produjo cuando mostró su arma. El ruido del gatillo siendo disparado.

Mi cuerpo abalanzandose sobre el de Abraham.

Oh Dios, ¿todo eso había pasado en tan poco tiempo? ¿cómo es posible?.

Intente ponerme de pie pero el dolor punzante en mi estómago no me lo permitió, ahogue un gemido y volví a acostarme sobre mi espalda, justo en ese momento la puerta se abrió. Dirigi mis ojos a ella, lo primero con lo que me topé fueron unos ojos negros tan fríos como una noche de invierno. Eso solo me bastó para que el cuerpo se me congelara por completo.

¿Qué había hecho mal?

La mirada penetrante de Abraham no me permitió moverme un milímetro mientras se acercaba. Intente decir algo para romper el hielo pero nada salió de mi boca, mi garganta se sentía jodidamente seca.
Los botas de Abraham emitieron un sonido sordo, con cada paso que daba sentia mi cuerpo aún más pesado. ¿Qué diablos había echo mal?. Intente exprimirme el cerebro para recordar algo, lo que sea, que lo haya echo enfadar, pero después del sonido del disparo ya nada llegaba a mi mente.

______ ¿Qué jodidos estabas pensando? - La voz de Abraham salió tan fría que por instinto me encogí sobre mi misma.

_____ Yo...

Intente decir algo, pero antes de que pudiera hacerlo la mano de Abraham se alzó, por un microsegundo pensé que iba a golpearme pero esos pensamientos se esfumaron casi tan rápido como aparecieron, entonces, sus brazos me envolvieron en un abrazo.

Me quedé petrificada. La forma en la que me estaba abrazando era una en la que nunca lo había echo. Era cálido, reconfortante, protector. Como si no quisiese soltarme... como si no quisiese perderme.

¿Por qué me estaba abrazando de esta manera?.

Me quedé de piedra, sentada con los brazos caídos a los costados y Abraham envonviendome en sus brazos de la manera más cuidadosa y sobreprotectora que existía. El olor de su perfume mezclado con el olor de mi shampoo llegaron a mis fosas nasales. Parecía que acababa de bañarse.
Quise abrazarlo de vuelta pero los brazos no me respondieron. Jamás me habían abrazado de esta manera, como si yo fuese importante.

_______ Estás tan loca... - Murmuró y me abrazó con un poco más de fuerza. Un dolor punzante me atravesó y ahogué un jadeo. Abraham me soltó enseguida. - Lo siento, lo siento, ¿te lastimé?.

______ No... estoy bien. - Aunque tenía la garganta seca, me force a hablar.

_____ Okey, voy a buscarte algo de beber, también te compré la cena, he estado esperando a que despiertes, ya vuelvo. - Ni siquiera me dio tiempo a decir nada porque desapareció por la puerta de mi habitación.

CORRE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora