Capítulo 4

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Capítulo 4:

Era increíble volver a casa. Ese sentimiento, esa alegría, esas emociones.. Como si fuera navidad, solo que en realidad no lo era, aunque sí lo parecía.

Desde el tren, podía ver que había empezado a nevar en Londres, y aunque sólo fuese a las a duras penas, me encantaba. De pequeña, solía salir con mi padre y un trineo de nieve a deslizarnos por las montañas de nieve que se formaban en un parque un par de calles alejado de mi casa. Mi padre me miraba, con su jersey de "Merry Christmas!" aunque no fuese aún navidad, y me gritaba desde el final de la cuesta: "¡Vamos campeona!" 

Con sólo ver su sonrisa, yo me lanzaba cuesta abajo con tal de que me cogiera en brazos de nuevo y que después, me comprara chocolate caliente. Y así durante todos los fines de semana de invierno. Todos los sábados. Todos los años. 

Después de que él nos dejara, no había vuelto a salir a pasear por la nieve durante un fin de semana nunca más, puesto que sino, me echaría a llorar llena de recuerdos interminables.

Cerré los ojos, mientras el veloz tren nos transportaba a una velocidad asombrosa hasta Londres. Hacía ya casi dos horas que había salido de Manchester después de levantarme a las seis de la mañana para coger un mísero tren. Por suerte, había conseguido conciliar el sueño rápidamente durante el trayecto, pues no había dormido nada en toda la noche. Rosie había hecho que permaneciera despierta hasta las dos de la madrugada para que le explicase todo lo que había pasado con Ashton, y había tenido que contárselo todo al detalle. Cúantos segundos duró el beso, dónde tenía él sus manos mientras me besaba, el tiempo en el cual estuvimos besándonos.. Y no sabía qué responder a todas esas preguntas.

Él no me había atado a su lado después de aquel beso, sino que me había abrazado hasta que se tenía que ir.

Solté una sonrisa al recordarlo, pues Ashton me había sujetado más aún cuando le había dicho que si seguíamos allí nos íbamos a mojar, pero a él no había parecido importarle mucho, la verdad. En vez de ser un buen chico, me había acorralado entre sus brazos, haciendo que pusiera la cabeza en su pecho y cerrara los ojos.

Y solo había una cosa que pudiese pensar de aquel chico, y era que cada vez era más dulce conmigo. 

Sentí el tren parar, y escuché el escandaloso ruido de las vías intentando parar el tren, hasta que paramos. Abrí los ojos lentamente, a causa del cansancio, y me levanté de mi asiento y me dispuse a coger mi maleta.

Antes de que comenzara el viaje en tren, nos habían ordenado que pusiéramos nuestras pertenencias en la parte de arriba, y eso había hecho. La verdad es que me incomodaba llevar la maleta enorme todo el rato cerca de mí, sobre todo por si sucedía algo.

Con un rápido movimiento, bajé la maleta hasta el suelo y solté un suspiro en mi interior, dando gracias a que no había hecho ningún numerito.

Cogí mi bolso para colgármelo en el hombro izquierdo, y con mi mano derecha sujeté mi maleta. Las puertas del tren se abrieron y mis pies salieron hacia fuera, donde estaba mi verdadero hogar.

Solté otro suspiro al chocar con el viento frío y fuerte de Londres, y corrí para refugiarme dentro de la estación de tren de Victoria. Sentí un escalofrío al sentir de nuevo el aire caliente dentro de la estación, y me dirigí a la puerta de llegadas, detrás de los viajeros que habían viajado conmigo durante el viaje.

Me sorprendió ver a tanta gente allí, la verdad. Era sábado, hacía frío, y eran poco más de las diez de la mañana.

"Bienvenida de nuevo a Londres, Charlotte, el lugar en el que las cabezas no siempre suelen ir bien." pensé para mí misma. Y me creía en lo cierto. ¿Qué clase de persona iba a esperar a un familiar o a un amigo a las diez de la mañana?

GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora