Dejame Ayudarte

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Se dice que el destino es una moneda de dos caras, una es la cara, la que siempre se muestra y la otra siempre está al revés, a veces esa cara se voltea y estas de frente con aquella parte que no esperabas ver, algo fuera de lo común y a su vez que llegaba a maravillar. Era de maravillar entonces las caras de la moneda que la vida le mostraba, tanto a los dioses como a cada ser humano cuyo destino era cambiado, por simples reveces, produciendo por decisiones mayores, los dioses, o simplemente por las decisiones de cada persona.

Angela Bertello era una madre abdicada a sus hijos, o eso decía. Era una mujer alta, mucho más que el promedio de toda mujer de Italia, de tez blanca, de contextura algo corpulenta, ojos de un color casi gris acompañados con una mirada seria y frívola, pero no había que dejarse engañar por las apariencias, era todo lo contrario de lo que una persona esperaba, demostrando que no había que juzgar un libro por su portada.

Proveniente de una familia religiosa ella siguió cada paso que sus ancestros, se casó aun siendo adolescente con un hombre de dinero, bastante más grande que ella, se dedicó a su hogar y ser la matrona de la familia, liderando un hogar que ella no permitiría se transformarse en el típico caos de todas las casas en Italia, mantenía su hogar con mano de hierro, siendo sus órdenes respetadas a rajatablas, y si una orden no fuera llevada a cabo su mano no temblaba para dar el castigo, ya fuera a sus tres hijos o su esposo, su orden era absoluta y debía serlo siempre. Como toda mujer de la vieja escuela se había casado joven, no requirió de más estudio que terminar la preparatoria, pues su vida se veía siempre de la misma manera, dedicada a su familia desde el amanecer al anochecer.

A los quince años se había casado con Vittorio Bertello, un empresario que le doblaba la edad, y al hacerlo ella misma se hizo respetar, su esposo tenia reglas más estrictas en toda la casa y este al intentar no respetarla seria gravemente sancionado, a la antigua, con algún elemento de tortura de por medio. Con tan solo quince años quedo embarazada, pero perdió a aquel hijo por azares del destino y durante varios años, casi diez, recién tuvo a su primogénito, al que llamaron Gabriel, diez años después llego el segundo, al que llamaron Benedicto, y a los cuarenta y cinco años, cuando sus deseos de tener una niña se habían esfumado llego el tercero, al que llamaron Angelo y estaba decidido desde nacer el destino de los tres hermanos.

Vittorio Bertello era un hombre de treinta años cuando se casó con Ángela, tenía una funeraria de la que se hacía cargo y luego logro adquirir un cementerio, nunca busco dinero con su oficio, sino más bien brindar su servicio a la comunidad, a pesar de lo que significaba. Tenía un gran temor a la muerte y no solo debido a su oficio, siempre lo tuvo al ser familiar de gente allegada a la mafia italiana, su familia de origen se encontraba en la misma Sicilia, todos quienes conocían a la familia les temían, desde al más viejo al más joven, pero él se veía como una persona diferente, no deseaba nadar en dinero o participar de las altas corrupciones en Italia.

Cuando pudo se separó de su familia y empezó su vida, cuando había cumplido cuarenta y cinco años vio la justicia divina tomarse formar, toda su familia habían muerto súbitamente, sus padres, sus hermanos, sus abuelos, sus tíos y primos, ancianos, adultos, mujeres, niños y hasta infantes, todos murieron sin razón aparente en una especie de matanza de la que nunca se encontró un solo sospechoso puesto que nunca vieron marcas de algún arma que fulminara a toda la familia Bertello; y todas esas muertes tenían algo, una terrorífica marca del asesino o más bien visto como símbolo divino, a cada fallecido le faltaba el rosto. Por lo que su respeto a dios se hizo más que evidente para Vittorio y el mismo se juró no volver al mismo sendero por el que su familia había transitado y resulto en un fatídico final, digno del que se esperaba para toda la mafia de Italia.

Su vida como buen samaritano comenzó a sus veinte años decididos que debía tener esposa, para no estar solo, formar su familia y así conoció al padre de Angela, quien literalmente vendió a su hija y cuando este cumplió quince años se la entrego cuan trofeo, sin pretender más nada que formar una familia y demostrarle a dios que estaba del lado correcto de la balanza. Quince años tardo en nacer su muy esperado hijo y desde entonces busco tener una hija, solo diez años después llego el segundo, cuando apenas se repetía de la noticia que le devasto y a su vez alivio un año antes de la cual solo se informó por los canales de televisión y los diarios, los múltiples asesinatos de todo miembro de su familia, lo que le dio seguridad que él había decidido el camino correcto, y fue por ello que decidido no ir a los funerales, y guiar a sus hijos por el camino que su esposa predicaba, el camino de dios.

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