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– No puedo creer que hayas pagado– Jeongin hizo un puchero mientras caminaban juntos por la acera, lejos del café.

– Fuiste demasiado lento, lo siento– Bromeó, disminuyendo su el ritmo de su caminata para que el menor pudiera seguirle el paso.

– Sin embargo, fui yo quien te invitó– Se quejó– Debería haber pagado– Hyunjin se rió del más pequeño, sacudiendo la cabeza. Tuvo un gran día con el de sonrisa metalizada y se sintió animado con él bastante rápido. Tenía una manera de mejorar todo con su sonrisa y su simple presencia.

– Quiero mostrarte algo– Habló de repente, caminando más rápido por la acera.

–¡Okay?– Yang dudó y lo siguió, acelerando su ritmo lento, mientras el azabache lo conducía por la vereda, tomó un atajo a través de una pequeña abertura entre algunos árboles. A través de estos, había un pequeño río y más árboles, que bloquearon parte de la luz del sol que irradiaba del cielo.

–Ya casi llegamos– Agarró suavemente la muñeca de Jeongin y lo llevó a un gran claro.

Los ojos del menor se abrieron asombrados mientras miraba alrededor del campo. Había flores por todo el suelo, llenando la llanura de color. Jadeó cuando vio un pequeño parche de flores moradas. Se arrodilló ante ellos, con ganas de olerlos.

–Es hermoso– Murmuró mirando a Hyunjin por un momento y sonriendo. El sol comenzaba a ponerse detrás de él, dejando que el brillo del sol brillara detrás de él. Hwang estaba sonriendo ampliamente ante el asombro del menor por la luz, haciéndolo parecer etéreo con los ojos fruncidos. El sol detrás de él brillaba a la perfección, por lo que se dirigía alrededor de su cuerpo.

– Espera, quédate allí– Jeongin buscaba con desesperación en sus bolsillos. Agarró su teléfono y rápidamente abrió la cámara, deseando con todas sus fuerzas obtener una foto del mayor de esa manera. Antes de que Hyunjin tuviera tiempo de reaccionar, sonó un clic desde su celular y vio al menor sonriéndole a la pantalla del aparato. El alto se sonrojó y miró hacia abajo cuando se dio cuenta de que el castaño le tomó una foto– Oh, Dios mío– Suspiró.

–¿Qué?– El mayor frunció las cejas mientras caminaba junto a él. Vio la foto que le tomó y frunció el ceño.

– Te ves hermoso, de verdad, oh Dios mío– Dijo Jeongin, mirando al del lunar debajo del ojo y viendo cómo se sonrojaba ligeramente.

– Gracias, pero no lo soy– Se frotó la nuca, contrarrestando las palabras que dijo Yang.

Jeongin se guardó el teléfono en el bolsillo y se volvió hacia el más alto. Puso sus manos sobre sus hombros.

– ¿Cómo puedes decir eso? Eres literalmente tan hermoso, lo digo en serio Hyunjin, tienes la imagen de un dios. Sin mencionar cómo dejas que tu cabello crezca, y cómo eres tan tímido con todos. Todo es tan lindo– Protestó mientras sonreía todo el tiempo. El alagado se sonrojó cada vez más y miró al suelo.

– P-probablemente deberíamos ir a tu casa– Dice y levanta la mirada para ver al pequeño, quien asintió con la cabeza y le quitó las manos de los hombros, avanzando hacia los árboles por donde habían entrado.

– ¿No vienes?– El castaño le indicó a Hwang, riéndose de la postura congelada del mayor.

Happy [Hyunin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora