K A I

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Los desnudos campos del invierno fueron cubiertos por sangre de miles de guerreros que perdieron la vida en largas y violentas batallas

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Los desnudos campos del invierno fueron cubiertos por sangre de miles de guerreros que perdieron la vida en largas y violentas batallas.

Yacía un cuerpo aún agonizante en medio del campo quien luchaba por mantenerse de pie, pero nada de él respondía, ni sus piernas, ni sus brazos, solo sus ojos miraban el cielo y sonreía como un niño pequeño admirando el azul intenso que se reflejaba en sus oscuros ojos. Las lágrimas fluyendo de estos esperando su destino.

La tierra tembló como un terremoto y el cielo destelló una luz que lo cegó momentáneamente. La brisa acarició su mejilla con suavidad depositando un beso en esta.

—Admirar al más perfecto de mis hijos— Escuchó una voz pero no pudo mover ni un solo dedo para saber de quien se trataba.

Admirable es tu valor, más que el de tú padre— Oyó otra voz, esta vez de una fémina. Su aroma a rosas y tierra mojada invadieron sus fosas nasales como si se tratase de la primavera.

Entonces el aliento de un hombre chocó contra su oreja, sentía las fuerte y callosidades de sus manos presionar su cuello con fuerza.

Serás una divinidad, lo mereces hijo mío, cuidarás las puertas del olimpo y el tártaro y durante tu viaje podrás regresar a sus brazos

Dos óbolos fueron colocados en sus manos para luego sentir como su alma abandonaba su mortal cuerpo.

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Como cada año, el cielo se tornaba rojo conmemorando el día que él murió. Lo consideraron una señal divina para la memoria de los caídos de la más sangrienta batalla, y lo hacían en grandes festejos y tributos a los dioses.

Y en la soledad de sus aposentos, la más pequeña de las princesas, acostaba a su primogénito. Según el oráculo, su futuro era brillante como las estrellas, ese niño crecería y se convertiría en rey y ninguna de las princesas por más que quisiera podría quitarle ese derecho divino.

Al recostarlo, una brisa se coló por su espalda erizando cada vello de su cuerpo como si se tratará de una suave caricia, cerró los ojos dejándose llevar por el aroma a tierra mojada y rosas como si se tratara de la primavera, suspiró melancólica y se giró sin explicación alguna, pero lo que sus ojos veían era suficiente para hacerla llorar.

No de tristeza, no había amargura en sus lágrimas. Era felicidad.

Jongin volvía a sus brazos para amarse en la eternidad de la noche...

Fin.

Aphrodite ››Jenkai‹‹ +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora