It: Chapter Two

8. Luces de la Muerte. (E)

Después de reunir el valor suficiente, el grupo decidió entrar a la tenebrosa casa, después de tanto tiempo. Bill, siendo el que guiaba al grupo, entró primero al lugar. No había cambiado mucho. Todavía seguía teniendo ese ambiente terrorífico y se notaba el paso de los años.

— Me encanta su nueva decoración — bromeó Richie al entrar.

— "Beep Beep, Richie" — murmuró Ben, mirando a su alrededor.

Fue en ese momento cuando a Beverly le pareció ver algo brillando en el suelo. Se acercó y vio que se trataba del brazalete de oro de Amy. Se agachó y lo recogió. Al verlo, miró su muñeca donde tenía la otra parte del brazalete que le había regalado.

— ¿B- Beverly? — la llamó Bill, y todos la miraron.

— Es su brazalete — les dijo la mujer mostrándoles el brazalete.

Bev no pudo evitar derramar algunas cuantas lágrimas. Tenía miedo de que algo malo le pasara a su amiga. Ben lo notó y se acercó a ella.

— Tenemos que encontrarla — habló mientras soltaba pequeños sollozos.

— La encontraremos, no te preocupes — le dijo su amigo, abrazándola.

El grupo inspeccionaba el lugar mientras que Bill buscaba el sótano. Entró a la cocina junto con Richie, Eddie y Stan hasta que encontraron el sótano. Fue entonces cuando Ben sintió un dolor punzante en su estómago y ahogó un grito.

— ¡¿Ben?! — lo llamó la pelirroja al escucharlo.

Los otros cuatro, al escuchar eso, vieron que se cerró la puerta, dejándolos atrapados. Bill, Richie y Stan intentaban tirar la puerta mientras que Eddie solo se quedó ahí, paralizado. Comenzaron a gritar los nombres de sus amigos, quienes ayudaban al pobre Hanscom que estaba cayendo poco a poco al suelo.

— ¡No! ¡No! ¡Ben!

— ¡¡Ben!! ¡¡Ben!!

De pronto, el refrigerador que estaba enfrente de ellos, recibió un fuerte golpe y comenzó a sacudirse, llamando la atención de los cuatro amigos.

— Eso no es bueno, ¿verdad? — preguntó el de gafas sin quitar la vista del refrigerador.

Dicho esto, el refrigerador se abrió, dejando ver un cuerpo sin vida doblado de tal forma que ninguno podía explicar. La figura levantó la cabeza y los miró fijamente. Los chicos, al ver el rostro de la figura, se asustaron, sobre todo Bill. Era... Georgie.

— Georgie... — murmuró él, asustado.

Al decir su nombre, el pequeño soltó un grito casi ensordecedor haciendo que los demás también gritaran y se taparan los oídos. Su cabeza se desprendió de su cuerpo, rodando por el suelo hasta que se detuvo para mirar a Bill fijamente.

— Aún estaría vivo si no fuera por ti, Billy — le dijo el pequeño, mirándolo con desprecio.

— No, no, no — negaba el mayor con la cabeza — . No fue mi culpa, y- y- yo no podía salir a jugar contigo, estaba enfermo.

— Mientes, eso no es cierto. No estabas tan enfermo. Aún así me hubieras acompañado, pero por tu egoísmo, estoy muerto.

En ese momento, los cuatro observaron cómo de su cabeza, empezaron a brotar patas como las de una araña. Miraban con cara de terror cada vez que le brotaban y crecían sus patas y Denbrough no pudo evitar soltar una lágrima.

— ¡Tiene que ser un maldito chiste! — exclamó Richie con horror.

El pequeño, riendo sin parar, comenzó a mover dichas patas. Los cuatro amigos se movieron asustados en cuanto la cabeza dio un paso adelante. La cabeza iba a atacar a Bill y se lanzó hacia a él, pero fue empujado por el antes mencionado y cayó por la ventana.