Capitulo IV

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¿Alguna vez te has preguntado cual es el costo de la sonrisa de una persona? ¿Qué hay de las personas más alegres? Esas que al sonreír parecen iluminarse desde adentro, la sonrisa de esa chica era la más encantadora, pero tenía un alto costo.

No importaba cuanto lo pensaba ella parecía perfecta, una sonrisa que enamoraría a cualquiera, tenía una manera tan fácil de relacionarse con las personas, siempre tan tierna, siempre tan única, siempre tan ella. Pensaba como alguien como ella, tan llena de vida, de energía podría algún día fijarse en mi, en un chico tímido y poco sociable. Pero como dicen por ahí, soñar no cuesta nada, para mi bastaba sentarme detrás de ella, escuchar sus risas, verla sonreír, observarla a la distancia, verla tan segura de ella, de sus conocimientos y sus decisiones, en verdad me gustaba mucho.

Aún tenía esa ligera sensación de que a Zaee no le había agradado mi acercamiento a ella, Ja, si es que a eso puede llamarle acercamiento. De todas maneras, me empezaba a acercar un poco más a ella y mi yo de antes pudo haberse conformado con eso, pero con ella era diferente, quería acercarme más, que ella pensara en mi de vez en cuando, se vale soñar ¿no?

Me encontraba absorto en mis pensamientos “sobre ella, claro está” pensaba como habría sido de pequeña, ¿habrá sido una niña caprichosa? No lo creo. ¿Qué tal si fue una niña consentida? No sé por qué me daba la impresión de que así había sido, que en la vida siempre había tenido todo lo que deseaba, aunque eso no podría afirmarlo, solo estaba suponiendo cosas. Ella también parecía distraída, escribía algo, eso siempre me llamaba la atención, ella parecía escribir algo y no estaba seguro de que era, al principio pensaba que, hacia tareas, pero ahora lo dudaba.  Ese día ella tuvo que salir temprano de la escuela y tal era su distracción que no se percató de haber olvidado una de sus libretas y cuando yo me di cuenta ya no alcanzaba a dársela así que decidí dejarlo ir y entregársela hasta la siguiente clase la cual sería el lunes. A mí no me importo mucho cuidar de su libreta todo el fin de semana.

Nadie a excepción de mí se dio cuenta de que Nahiara había olvidado su libreta así que podría quedar bien con ella y entregársela diciéndole que había cuidado de su libreta, esperaba verla sonreír y que me lo agradeciera. No podía mentir esto me emocionaba tontamente.

Llegue a casa y subí a mi cuarto, deje mi mochila en el mueble y me tire en la cama a escuchar música y leer un manga. Al cabo de unos minutos la curiosidad se apodero de mí y dirigí mi mirada hacia mi mochila, ella tenía una letra bonita, pero ¿de qué materia seria esa libreta? ¿Qué hay si era importante y la necesitaba para hacer un trabajo? Ese sería un buen pretexto para preguntarle donde vivía y llevársela a su casa, quizá podía invitarla a salir a comer un helado, conocerla fuera de la escuela, como amigos más que como compañeros de aula, más que como el chico que se sienta atrás de su silla y le habla de vez en cuando, de solo pensarlo una emoción recorrió mi cuerpo y acabo en mi pecho sintiendo que algo adentro podría explotar.
Tome mi mochila y saque la libreta, estaba forrada de azul, tenía su nombre escrito en letra pequeñas y en letras grandes tenia escrito “sheccid” me llamo mucho la atención de que era lo que eso significaba así que la abrí y me di cuenta de que eso no era una libreta de apuntes.

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