Cap 84: Bienvenida a la universidad

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Narra ____:

Mi último abrigo fue doblado y guardado. Mamá se encargó de aquello.

Es domingo. Mañana, a eso del medio día comenzare una nueva rutina. Nuevos compañeros, nueva universidad. Nueva vida.

Lo único que no es nuevo es la frialdad de mi padre, desde ayer no me dirige la palabra. No es algo que me importe mucho ya, pero en el fondo no deja de dolerme por el hecho de que en Argentina eramos más apegados.

Callo mis pensamientos centrándome solamente en la valija, que está sobre mi cama pelada de sábas y almohadas.

Mientras termino de hacer todo escucho constantemente mi celular sonar. Deben ser las chicas tratando de despedirse.

Lo reviso, y así era. Era el grupo que tengo con todas las chicas del elenco. Me dejaron mensajes de despedida muy bonitos.

Marquand, por otro lado, sigue sin aparecer. Tal vez este ocupado. O quizás no quiera molestarme.

Trato de no darle demasiada importancia al asunto de WhatsApp porque sino me volvere loca, así que seguiré con lo mio, escuchando música.

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Un sonido progresivo comienza a sonar en la habitación. Mis ojos empezaron a abrirse lentamente, siento como el aire caliente proveniente del aire acondicionado choca contra mi rostro.

Me cuesta levantarme. No quiero hacerlo.

Corro la cortina de mi cuarto, aún es de noche.

Quisiera quedarme un ratito más, pero sé que no puedo. Llegaré tarde al vuelo.

Con gran pereza me levanto de la cama y me dirijo al baño de mi habitación. Luego de hacer todo lo que respecta al aseo personal me dirijo directamente a la cocina.

Aún no hay nadie. Casi todas las luces están totalemente apagadas, quitando la que está enfrente a mi habitación. Es la luz de noche de Joaquín, el cual aún no le podemos erradicar la costumbre o el miedo que tiene al dormir sin ella.

Me voy con lentitud hacia la cocina y me preparo mi cappuccino preferido. Aún no hay señales de los otros habitantes de la casa.

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-¡Vamos, se nos hace tarde!-grita mamá desde la puerta.

-Ya voy, me estoy poniendo el abrigo-digo en el mismo tono, dándole una respuesta.

Mirándome en el espejo de una de mis paredes, comodo mi saco de cuero sintético y una bufanda amplia color gris. Terminado esto y revisando que esté todo en su lugar salgo con rapidéz, cerrando la puerta detrás mio.

Tomo mi bolso y corro hacia la puerta, mamá ya sostenía las llaves para cerrar la casa.

Me subo en el auto, en el cual ya estaban dentro mi hermano, Laura y mi padre al volante.

Las valijas ya estaban puestas en el baúl. De eso creo que se encargó Lau.

-Bueno, vamos. Ya está todo-anuncia mamá, cerrando su puerta del lado del acompañante.

Y es así como comienza un nuevo capítulo para mi. La universidad.

Emanuel pone en marcha el auto, y al instante que ocurre eso Laura me toma la mano fuerte. De una manera que jamás lo había hecho antes.

La miro. Tiene los ojos cristalizados.

Estiro mi brazo derecho para abrazarla. Yo también quiero llorar, pero no lo haré. Trataré de ser fuerte por ella y por mi madre. De hecho, al fin y al cabo no me iré tan lejos, solo son un par de kilómetros de casa. No es para tanto.

Luego de un par de metros, y de que el transporte giró a la derecha con sentido a la ruta principal, mi teléfono sonó por primera vez desde que abrí los ojos.

Mi estómago duele. Mi corazón se acelera.

Creo que es él.

Lo reviso con apuro y me encuentro con que no era así. No era él. Era Brandon. Que de hecho estoy sorprendida porque se tomó el tiempo para escribirme.

Leo el mensaje y aquel dice...

Conversación de WhatsApp:

-Que tengas buen viaje, compañera. Nos vemos en unas horas.

Fin de conversación de WhatsApp.

Sonrío al verlo, pero no contesto. Mis esperanzas y ganas de hablar desaparecieron en el momento que reviso quien envió el mensaje.

Quizá le conteste más tarde, o quizá esperaré a verlo directamente. Solo sé que por el momento no quiero hablar con él.

Guardo mi teléfono en el bolso y automáticamente, luego de que hago eso, mi mano va directo al collar en forma de llave.

Quiero que esté conmigo en este momento, pero sé que no puede ser así.

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Luego de estar en la carretera durante dos horas, viendo puro pastisal y cosechas, llegamos a destino.

La entrada es realmente imponente. Tiene una gran cerca color negra con el nombre de la universidad completo y la sostiene dos paredones de ladrillos a la vista. Estos tienen un tamaño realmente exagerado, diría que son de dos metros.

El auto ingresó con mucha cautela al campus, ya que es obligatorio bajar la velocidad en zonas donde circula demasiada gente.

Mi hermano no deja de observar cada detalle de todo el parque. Parece fascinado, quizás sentirá que es un adulto o algo así.

Papá logra estacionar el auto a unos cuantos metros del salón principal en el cual me tengo que presentar para que me asignen mi habitación y conocer a mis compañeros.

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Mientras que espero que me den mi llave en la recepción, mamá ya se encuentra arrastrando el bolso hacia el ala oeste, que es donde dijeron que iba a estar mi cuarto.

Aún no sé quienes son mis compañeras, pero espero que sean buena onda y no como las serpientes que tenía en la secundaria.

Lo que sí deseo con todas mis fuerzas es poder pasar esta nueva etapa con Ana, pero sé que eso será imposible.

El mes que viene van a ser tres años y cinco meses que no sé nada de ella. Que rápido pasa el tiempo cuando estás separada de la persona que más amas.

A ella le hubiese encantado estar conmigo acá. Hay muchas chicas lindas con las cuales seguramente le encantaría socializar y quizás llegar a algo más.

Pero en fin, trato de olvidarme de Ana por unos breves momentos para ingresar al gran edificio que albergaba mi habitación. Todo está pulcro. No hay una sola mancha ni papeles en el piso. 

 El pasillo de los cuartos era largo y poco iluminado. Las paredes llevan un tapiz color azul marino, el cual ayuda a bloquear la luminosidad que proveen los ventanales que están colocados de lado derecho, en frente a las puertas.

 Una vez llegada, saco la llave de mi bolsillo del pantalón. Ya escucho voces del otro lado de la puerta.

 Destrabo la cerradura y de un suave empujón el rectángulo de madera color marrón oscuro número 116 se abre, dejando ver a lo que hay dentro. 


La hija del productor (Ross Marquand)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora