Prólogo.

2K 69 23
                                    

Hola, primero que nada. Quisiera en comentar que, mi vida nunca había sido tan loca y rara como la que voy a contar.

Para empezar, mi nombre es Boruto Uzumaki y esto que les contaré ocurrió hace muchos años atrás en mi niñez. Esos años cuando tenía solo 7 y mi hermana menor unos 5 de edad. Es algo que involucró a ambos y que nos dio mucha sorpresa. Mucho más para mí.

Bien. Comenzaré desde el inicio. En esa misma noche en la que todo cambió para ambos y para mí familia. Especialmente mi familia. Ellos habían salido para unos dos días en particular y yo me había quedado en casa para cuidar a Himawari. No era nada malo. Al contrario, es algo que me gusta mucho pasar y aunque no lo exprese abiertamente, me encanta mucho estar con ella desde que era una bebé. No obstante, oculté esas mismas emociones para no verme tan cariñoso a simple vista. Me daba mucha vergüenza, pero por la casa no era tan necesario.

Cuando cayó más o menos la hora en la que mis padres debían de haber en ese entonces, mi hermana y yo nos quedamos viendo la tele ya que pasaban esos programas que nos gustaba mucho.

—Onii-chan, ¿cuánto crees que falta para que lleguen mamá y papá? Ya quiero verlos. —dijo ella.

—No lo sé, pero no creo que ya tarden mucho. Cómo una media hora tal vez. Así lo dijeron por teléfono —dije para tranquilizarla.

—Quisiera que avanzara mucho más rápido el tiempo. ¡Ya quiero que lleguen pronto!

—¿Tanto los extrañas? —pregunté desde el sofá.

—Por supuesto, ellos dijeron que iban a llegar con una sorpresa. La otra vez que hicieron eso me dieron mi lindo peluche de panda. —dijo.

—Ah, es cierto. Mencionaron que era algo que nos gustaría mucho. ¿Tú qué crees que sería?

—Bueno, tal vez un viaje de barco para vacaciones. Me gustaría eso. —su rostro comenzó a dar un brillo codicioso inofensivo.

—No esperes mucho. Dudo que nos dirían algo como eso, pero…

Antes de haber terminado lo que iba a decir en ese entonces, la espera ya había terminado, y solo tomo doce minutos en los que mis padres habían llegado a casa. Himawari se asomó junto conmigo, mirando la puerta que conectaba con el pasillo al igual que yo. No nos hicieron esperar más, y allí los vimos en la puerta con una sonrisa. Muy alegres de vernos.

—Me da gusto verlos después de un buen tiempo —dijo mi madre—. ¿Qué tal se portaron?

—Muy bien, mamá. Onii-chan me cuidó todo el tiempo. —confesó mi buen labor como hermano.

Nunca podía dejar sola a ella, ya que era mi hermana menor y miembro muy importante de mi familia.

Ahora mi madre me había dedicado una sonrisa. Orgullosa de mi trabajo como hermano y hombre de la casa cuando no estaban. Claro, mi tía Hanabi nos cuidaba de vez en cuando para saber si estábamos bien.

—Me alegra escuchar eso. —dijo.

—Mamá, mamá. ¿Dónde está la gran sorpresa que mencionaron? —Himawari era la que estaba mucho más entusiasmada.

Admitía que yo igual, pero todo iba a depender de lo que sea para estar emocionado.

—Ah, claro. Naruto-kun, creo que ya es hora. —dijo mi madre hacia mi padre que aún seguía parado en la puerta hacia la sala.

No se había movido y mi madre fue volviendo a su lado. Nos indicó que nos fuéramos puesto al frente de ellos, apagar la televisión y estar a todo oidos a lo que iban a decir.

Ambos intercambiaron una última mirada antes de encarar a sus dos hijos. Himawari y yo estábamos de frente suyo, y debo decir que en ese instante si estaba algo nervioso. Ya parecía muy serio.

~Emociones Dispersas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora