Capítulo 8: Zoom.

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Al despertar el día siguiente, despues del cansado sábado que tuve con mis amigos y de esa plática que tuve con Sumire en la noche. Me sentía mucho mejor al despertar de forma saludable y sin estar muy irritado.

Me pasé a repasar las innumerables tareas de ese día. No eran muchas, más que sólo el mandado antes del nuevo inicio de semana. Además, el siguiente día iban a llegar mis padres, y obviamente los tres tendríamos que tener bien la casa y todo en buen estado para cuando ellos llegarán.

No quise perder el tiempo y me puse a limpiar mi cuarto. No sin antes de haber almorzado con mis dos hermanas. Me la pasaba mal, ya que, Sumire se sentaba a mi lado, y claro que hacía uno que otro movimiento para acercarse a mí. Seducirme de la forma más incómoda. Ponía su mano sobre la mía, me soplaba la oreja y me decía muchas veces que me amaba, no dejaba de insistir en darme de comer de la boca. Todo eso ocurrió, y sin que lo haya notado Himawari.

Apenas llevaba poco tiempo en esa mañana y ya me habían pasado un centenar de cosas, causados por mí hermana.

En cualquier caso, después de eso, no me gustó la idea de seguir en la sala o comedor. Me fui directamente hacia mi cuarto, esperando no tener más de esos intentos de coqueteo de Sumire por el resto de día. Lamentablemente, aún ni ha pasado mucho desde que inició. Por esa misma razón, había tenido la idea de la limpiar mi habitación, como había dicho con anterioridad. Sin olvidar la parte en la que ya regresarían mis padres al siguiente día.

Quise permanecer encerrado en mi habitación, solo para tener mi espacio personal —obviamente, también para tener alejado a Sumire—. Además, me concentraba mejor sin nadie, que me molestara. Si, lo sé. Realmente iba actuando muy antifamiliar, pero no quería molestias.

En ese momento, no pensaba en otra cosa, más que sólo Sumire, pero no la forma en que se piensa. Pensaba en la situación en la que estaba. Esas cosas sobre el romance no me importaba y me gustaba, pero la única excepción de todo eso, fue que es mi hermana la que sentía eso hacia mi. Usualmente, este tipo de cosas pasaban en los shoujos, pero ahora entendía lo que sentían los protagonistas al respecto. Los había juzgado mal.

Bueno, eso no era el punto.

No paraba de pensar, cómo podría hacer que ella dejara de pensar tener un romance conmigo. Qué entienda que ambos somos hermanos. Que debía entender la realidad, pero no iba a ser fácil. Lamentablemente, no tenía a nadie de respaldo ahora de mis amigos. Uno, porque todos veían al incesto sin problemas. Dos, no me iban a creer de Sumire. Y tres, todos no piensas con la cabeza, sino más bien con la otra cabeza. Me ponía de mal humor de tan solo recordarlo.

Al final, seguía divagando la siguiente hora hasta que fueron siendo las 2 de la tarde del domingo y ya había terminado de limpiar mi habitación hasta sentirme bien. Aunque, todo se había acabado, en cuanto oí la puerta siendo tocada por leves golpes desde el otro lado. Me quedé callado por un breve instante, pero antes de preguntar quién era, la misma persona del otro lado habló.

—Onii-chan, ¿estás allí?

Había sido Himawari, quien estaba afuera de mi habitación. Recordaba que ya tenía un buen tiempo desde que ella me fue a buscar. Sin embargo, creí que sería una trampa, en dónde Sumire imitaba su voz. Sin duda alguna fue lo más estúpido que había pensado en ese momento. Y me confirmó que debía de haber estado más relajado, pero no lo estaba.

—¿Necesitas algo? —pregunté.

—Namás quería ver cómo estabas. ¿Te sientes mal?

Me fuí sintiendo un poco mal por estar muy apartado. Aunque sabía que era un suicidio, había abierto la puerta, esperando que Sumire se me fuera lanzando o algo cercano a eso. Sin embargo, si había sido Himawari, quien estaba allí. Me sentí peor, pero en seguida me disculpé.

~Emociones Dispersas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora