Capítulo 23: Complot.

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—Bueno, ya me tengo que ir Himawari.

Estaba al frente de mi casa, mirando por el camino de mi vecindario. No quería irme sin antes mirar los alrededores si no había nada extraño, ya que tuve esa sensación de perspicaz hacia las dos hermanas que dejaría en casa.

—Me pone un poco triste no estar unos días sin tí, Onii-chan. —dijo ella.

—No digas eso, ¿no te había dicho que volvería mañana?

—Si, eso lo sé —me restregó su lenguaje en broma en un pequeño guiño—. Además, ya dijiste que es como un favor para tu amigo Zoom, ¿no?

—S-Si, así es —asentí mientras me llegaba el sudor frío—. Estoy… seguro que él estará bien en este día 'ttebasa.

Antes les había comentado a mis padres de esta experiencia en pleno día anterior en la escuela. Por supuesto, accedieron con tal de no ensuciar nada. Ellos sabían que solo iba a ser una noche, por lo tanto estuvieron un poco aliviados de que Sumire y Himawari no estarían días solas.

Nuevamente que había quedado observando los alrededores del lugar, asegurandome de que no hubieran personas sospechosas cerca. Me preocupó Himawari, pero sabía que Sumire cuidaría de ella.

—Por cierto, ¿dónde está Sumire? —le miré con un poco de curiosidad en mi mente.

—Onee-chan está arriba en su cuarto. Dijo que no podía despedirse porque tenía que terminar su tarea de la escuela.

A decir verdad, así era siempre Sumire. Ella se encargaba mucho de terminar lo más pronto posible las tareas escolares —no sé porque lo digo de esa forma cuando es lo más obvio del mundo—, ya después hacia cualquier cosa. El día anterior no pudo hacerlo por haber tenido esa "cita", pero no le importó mucho.

Esa mañana quería despedirme de ella, pero se me pasó volando las horas y me apresuré para estar listo.

—Bueno, en fin. Pórtate bien Himawari —le miré entre brazos cruzados—. Tienes que hacer lo que Sumire diga, ¿entendido?

—Onii-chan, tengo dos años menor que tú, ya son una chica que puede cuidarse muy bien —exclamó con molestia—. No me trates como una niña.

—Lo que digas.

La ignoré, ignoré sus protestas. Claro, eso la molestó un poco más hasta el punto de hacer un leve puchero, en dónde se veía adorable, aunque no lo dije en voz alta para no hacerla enojar mucho. Ya tenía 13 años Himawari en ese momento, una edad en la que comenzaba a actuar un poco más impulsiva, al igual que su comportamiento ya era mucho más maduro, aunque allí nunca quise reconocerlo.

Cuando le eché un último vistazo hacia la casa, viendo si no había alguna señal por parte de Sumire en despedirse. Sin saberlo, había estado un poco ansioso de querer verla antes, aunque pronto me percaté de ese pensamiento en mi cabeza. Rápidamente lo trate de borrar y seguí a mirar a mi otra hermana menor que tuve enfrente mío.

—Bien, espero que te diviertas mucho, y no te preocupes de regresar tan tarde —dijo Himawari—. Esta casa puede estar muy bien, con o sin tí.

—¿Por qué suenas como si me estuvieras corriendo de la casa?

—Ideas tuyas. —bromeó al sacar la lengua de forma juguetona.

Bromas cómo esas me molestaron un poco, pero también me hizo sentir un poco feliz de tener una despedida tan animada como esa.

—Bueno, creo que ya me voy. Nos vemos, y saludame a Sumire de mi parte.  —alce la mano en despedida.

—¡Que te vaya bien!

~Emociones Dispersas~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora