Será muy divertido, hace mucho que no hacemos viajes en familia, incluso mi madre está muy emocionada.
Hace mucho tiempo que no hacemos esta clase de viajes. Para ser precisos, desde que mi hermano menor nació y no lo culpo de nada. Lo amo. Pero ahora hay más trabajo. Hace cinco años exactos.
Le saco la lengua y él hace lo mismo. Mi madre se ríe cuando empiezo a jugar con Max.
—Me alegra que quieras a tu hermano.
Le sonrío y llevo a mi hermano al auto, para acomodarlo en su asiento.
Cuando todos estamos listos, subimos y ponemos música a todo volumen. Eso es algo que amo de mis padres, tienen buen gusto para la música, desde rock a pop, luego electrónica y hasta cumbia. Bueno, tal vez no tengamos el mejor gusto musical, pero es divertido.
Estamos lejos de la ciudad, más o menos a mitad del camino. Podemos apreciar los árboles cubiertos de nieve, un paisaje blanco espectacular y hasta el mismo aire se siente distinto, el olor de la brisa montañosa me llena los pulmones y siento que se refrescan. Estoy amando las vacaciones de navidad.
Como buena millennial o gen z ¡¿qué demonios seré?! no puedo evitar tomar un montón de fotos, básicamente de todo el paisaje. No tengo buen ojo para las fotos, pero me siento bastante orgullosa de estas.
La vista perfecta y el aura de tranquilidad que me transmite la naturaleza, se ve interrumpida por los gritos de mi hermano, quien se encuentra jugando con sus estúpidos muñecos de superhéroes, así que opto por simplemente ignorar al niño y dejarlo ser, no gano nada peleándome con él.
—¿Cuánto falta? —pregunta por enésima vez el pequeño Max y yo suspiro con cansancio.
Estoy entre si cometer suicidio u homicidio. Lo amo, pero puede llegar a irritarme (o irritarnos a todos).
—Cállate —respondo.
—¿Cuánto falta? —vuelve a preguntar.
—Cállate —digo molesta y él se ríe.
—¿Cuánto falta?, ¿cuánto falta?, ¿cuánto falta? — pregunta riendo, lo que hace que me enoje mucho más.
Estoy en un auto hace 8 horas, bastante cansada y de malhumor. Mi reacción no será la más inteligente del mundo, pero vamos a culpar a mis hormonas adolescentes. El perfecto chantaje.
—¡Cállate, idiota! —grito, mirándolo con enojo—¡Solo cállate!
Mi madre me lanza una aguda mirada de advertencia, la cual ignoro. Es clásico de ella, primero advierte y después ataca.
—Tú no me mandas, tonta —dice mi hermano mirándome desafiante y me empuja. Despertó a la bestia.
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Voces del Viento
JugendliteraturEsta historia inicio en Wattpad y me parece justo que vuelta a estar en su versión completa y renovada. Es mi primer libro publicado tanto en digital como en físico y realmente llegué a la conclusión de que soy artista, no vendedora, así que ya no...