Una Mente Brillante

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Cuando era niño, solía ser muy hiperactivo, travieso e inquieto, además de que gozaba de una imaginación poco común. Estuve a punto de morir en más de una ocasión por mis travesuras, pero por suerte la vida me recibió con un hermano todo lo contrario a mí, responsable, tranquilo y muy inteligente.

Mi familia dice que aprendí a caminar a los 7 meses, pero comencé a hablar muy tarde, a pesar de entender cuando me ordenaban algo, no salían palabras de mi boca. Creo que lo que me hizo hablar un día, fue que amaba la música italiana, comencé a cantar sin previo aviso; pero si no había música dejaba de emitir palabras.

A menudo tenía problemas para dormir, cuando más tenía energía era por las noches. También, a veces, lloraba sin sentido. Todos estos aspectos hicieron a mis padres pensar que podría tener alguna afección como autismo, o cosas de esas.

Un día mis padres me llevaron con un médico, el cual me diagnosticó déficit de atención, diciendo que mi mente era muy especial, que podría ser incluso un genio.

Mis padres rieron cuando llegamos a casa, nadie creía que yo pudiera ser un genio. Mi hermano Nam, era el único que no reía de eso.

—Yo creo que ya eres un genio —dijo—, solo aún no encuentras en qué.

Tenía apenas 5 años cuando entré a un colegio bilingüe, mis padres me inscribieron en una escuela donde enseñaban francés desde los primeros años, pero ellos querían que aprendiera a hablar español, su lengua madre.

La escuela era buena, pero muy aburrida, por lo que a menudo buscaba maneras de escapar o no entrar a clases. Mi hermano era unos años mayor que yo, a la hora de salida siempre estaba puntual para regresar a casa caminando. Él era mi comodín para todas mis travesuras, nunca decía a mis padres los recados negativos de mis profesores.

—Oye, si no quieres entrar a clases, debes negociar contigo, entra tres días, y puedes escapar dos días, y que no sean días consecutivos en la semana. ¡No puedes faltar toda una semana entera! —me decía en modo de regaño.

Cuando comencé a ver matemáticas en la escuela no podía entender absolutamente nada, pero en los exámenes siempre tenía una calificación perfecta. Mi profesor mandó a hablar a mis padres ya que sospechaba de un ingenioso método para copiar en los exámenes.

—Oiga soy un genio... Pero no es para tanto —exclamé groseramente cuando el profesor estaba hablando con mis padres.

Nunca fui un buen estudiante según mi parecer. Un día no entré a clases porque me entretuve mirando junto a un árbol un grupo de hormigas consiguiendo alimentos. Pasé más tiempo del que esperé mirando a las hormigas, que cuando llegó la hora de salida y llegó mi hermano por mí, nadie me encontraba; los profesores morían de miedo, casi me reportan como desaparecido con los oficiales, hasta que mi hermano me encontró en el patio trasero escondido detrás del último árbol.

—Estás en problemas, pero di que te quedaste dormido aquí. Y tu respuesta a cualquier pregunta será "no lo sé, estaba cansado" —dijo mi hermano aquel día.

Perdí la cuenta del número de veces que en el colegio mandaron a llamar a mis padres.

—¿Alguna vez ha considerado, el colegio militar? —sugirió un día una profesora a mi madre. Jamás regresé a esa escuela, mi madre no tenía idea de la cantidad de reportes que tenía, ya que mi hermano los ocultaba, y pensó que fue algo personal de la profesora. Me cambiaron a una escuela más humilde y menos cara, ahí es donde hice más amigos.

—Jungkook, entra a todas tus clases, guarda silencio cuando estés en el salón, sé ordenado y haz caso a todo lo que te pidan —decía mi mamá antes de entregarme el primer día.

Los primeros días, hice exactamente lo que mi madre me pidió, y no pasaron ni dos semanas cuando la volvieron a llamar.

—Estamos preocupados por su comportamiento, el niño no ha dicho ni una sola palabra desde que iniciaron clases. Al inicio creímos que podría ser timidez, pero luego notamos que ignoraba todo su entorno como si no existiera, un compañero un día le pidió un lápiz y ni siquiera lo miró ni respondió —decía la profesora—. Aquí todos los niños hablan.

Yo estaba orgulloso del trabajo que hice esas dos semanas, tuve que tener mucha fuerza de voluntad para ignorarlos a todos.

—Jungkook, amor... Está bien ser como eras en tu otro colegio —dijo mi madre.

Yo tenía a penas 7 años cuando eso sucedió. No pasó mucho tiempo cuando literalmente me hice el líder del salón. Pero... No se confundan, no era como el clásico jefe de grupo, era el líder del desastre.

En esa escuela, acostumbraban a premiar cada evaluación a los estudiantes con diplomas y demás. Un día llamaron de manera muy importante a mis dos padres, era el mismo día de las evaluaciones. Ya no había nada que me sorprendiera, en mi antiguo colegio le hablaban a mis padres incluso por comer mucho chile en mis alimentos. Sin embargo ese día sí lograron sorprenderme.

—El mejor promedio para esta evaluación es para Jeon Jungkook.

Aunque sabía perfectamente que el doctor a mis 5 años me dijo que podría ser un genio, no lo creía.

—Su hijo no está al mismo nivel del resto de los estudiantes, nos gustaría, si ustedes lo permiten, inscribirlo al grupo de 10-11 años.

Mis padres aceptaron y pronto tuve que dejar a mis amigos. Estuve triste al inicio. Pero no tardé en adaptarme y aceptar.

En mi nuevo grupo, a pesar de tener las mismas capacidades de mis otros compañeros, los chicos me trataban como un niño chiquito. Pronto comencé a acostumbrarme al ambiente entre los mayores. Descubrí qué cosas les da risa, también pronto comencé a entenderlos.

Aunque ellos lo negaran siempre, era como su hermano menor. Todos me contaban sus secretos, confiaban en mí, y cuando alguno de ellos estaba triste, iba a hacer conmigo cosas que ya no eran aceptadas a su edad con el pretexto de jugar conmigo.

La Fruta más Dulce - TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora