Capítulo I

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Hace más de un año que estamos juntos y Caleb nunca se ha atrevido a tocarme, ni siquiera cuando estábamos solos en su casa, a veces nos enrollamos y cuando quiero ir más allá, él me dice que mi primera vez tiene que ser especial y cosas así.

Y aquí estoy ahora, llamando a la puerta sabiendo que ni sus padres ni su hermana estarán en casa por lo menos hasta las 8 y son la 1 y media, hemos quedado para comer.

Mientras que viene a abrir repaso lentamente repaso mi ropa; miro mis convers negras, mis vaqueros rotos ajustados, mi camisa escotada de manga corta blanca con pequeñas flores granates y repaso mentalmente mi conjunto de ropa interior de encaje blanco, que no se ni porque me he esforzado en elegir.

Unos segundos después de terminar el repaso toco el timbre esperando ver con ganas a mi rubio.

Hace tres semanas que no nos vemos porque tuvo que viajar a ver a su familia.

Nos conocemos de toda la vida, al fin y al cabo siempre hemos sido vecinos, Caleb tiene 23 años y yo 18, es alto; mide algo más 1.85; aunque parece más alto al lado de mi 1.65; su pelo es suave y ondulado de un color rubio ceniza, sus ojos son verdes y azules en el centro.

Cuando abre la puerta me mira tan intensamente que siento la humedad empezar a formarse en mi centro; joder, es que está para comérselo.

-Hola nena -me dice mientras sonríe de lado y me invita a pasar.

-Hola -le respondo mientras sonrío y me doy cuanta al pasar de sus mangas remangadas y las manchas que cubren su camiseta blanca y parte de sus vaqueros -¿Estás cocinándome algo? -le pregunto con picardía.

Cierra la puerta, me da un beso y se aleja hacia la cocina.

-A ver... yo lo he intentado, lo prometo -le sigo mirando sus botas marrón oscuro hasta la enorme cocina, y apoyando mi espalda baja en la isla lo observo levantar las manos hacía mí en señal de rendición, enseñándome el desastre que ha formado en la cocina -Pero creo que sería mejor pedir una pizzas -dice mientras se acerca a mi lentamente hasta que siento su aliento rozar mis labios -Te he echado de menos- susurra.

Su cercanía me abruma tanto que noto mis mejillas sonrojarse mientras alza mi barbilla con su mano derecha, poniendo la izquierda a mi lado y colando una de sus piernas entre las mías y yo pongo mis manos en su pecho firme y duro.

Acorta el espacio entre nuestros labios y siento su calidez envolverme, no puedo evitar suspirar cuando comienza a mover sus labios cálidos y suaves sobre los míos despacio.

Se separa con la mirada fija en mis labios y me besa de nuevo, pero este beso es diferente; es firme, demandante y hambriento.

Siento sus labios humedecer los míos mientras presiona mi cuerpo contra la isla y su pierna roza mi centro, su lengua se desliza por mi labio superior pidiéndome paso, abro la boca y su lengua se enreda con la mía.

Siento como la excitación presiona mi centro justo cuando me agarra por la parte trasera de los muslos y me levanta dejándome sentada en el borde de la isla con él entre mis piernas, su boca abandona mis labios y comienza a descender por mi mandíbula dejando besos húmedos mientras jadeo y agarro el pelo de su nuca.

Gimo cuando muerde la piel sensible de mi cuello y le siento jadear. Veo que como se aleja de mi cuello levantando la cabeza, me mira con indecisión y veo lo oscuros que están sus ojos, pienso que se va a alejar cuando siento sus manos descender de mis caderas y agarrar mi culo con firmeza pegándome a su erección y los dos jadeamos.

CALEBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora