Capítulo IX

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Estoy tumbada en mi cama escribiendo en la libreta de Cal con la luz de la mesita encendida.

Son como las 2 de la mañana y no podía dormir, así que he decidido escribir con lo que ha pasado hoy.

Escucho un ruido en la ventana, guardo el cuaderno y me asomo a ver. La abro y sonrío al ver a Alberto, ha dejado su moto debajo de mi ventana y está de pie mirándome.

—Espera— me susurra y se dirige al árbol que hay entre la casa de los Bessonoff y la nuestra, pero que queda más hacia mi ventana.

Empieza a subir por el árbol apoyándose en las ramas y me río, llega a una de las ramas de arriba y salta enganchándose a la barandilla que llega hasta un tercio de mi ventana.

Me echo hacia atrás y entra.

—Madre mía— pone las manos en sus caderas y respira entrecortadamente haciendo que sonría.

Me acerco a él y coloco mis manos en su pecho.
Hoy he estado un poco rara por el tema de Caleb y le he pedido a Alberto que me trajera a casa pronto.
Él se ha cabreado un poco pero me ha traído.

—¿Quién eres ahora?¿Spiderman?— digo en un susurro y me sonríe.

—Quería saber cómo estabas— me dice y pone sus brazos alrededor de mi cintura.

—Ahora mejor— sonríe de lado y me besa.

Me empuja hacia atrás mientras nos besamos y se sienta en mi cama haciendo que me siente encima de él.

Empieza a besar mi cuello y giro mi rostro hacia el lado.

Miro la ventana y veo la de Caleb, se me hiela la sangre en el instante en el que veo una luz de su escritorio encenderse y a él mirando por la ventana.

Mierda.

Empujo a Alberto apartandolo de mí y dejándole acostado en la cama.

—¿Qué pasa?— susurra mientras sonríe y me pongo de pie apartándome de él.

Me mira extrañado y rasco mi nuca.

—Lo siento mucho, es solo que...— él suspira y se pone de pie.

—Que me vaya, ya— parece enfadado y empieza a saltar la barandilla —Mina, estás rara— lo miro enfadada y lo encaro.

—Que no quiera acostarme contigo no es que esté rara, sino que no soy una golfa— digo sentenciando y vuelve a mi mente la vez que me comparó con una de sus ex.

—Joder Mina, no quería decir eso— empieza a disculparse y veo que la luz de Caleb sigue encendida y él observa la escena.

Hoy no tengo ganas de discutir, ni con Alberto ni con nadie.

—Oye mira, yo solo...— cierro la ventana de golpe pero sin hacer mucho ruido cortando lo que me iba a decir.

Veo como pone una mueca de desagrado mientras baja por el árbol y se va en su moto sin mirarme siquiera.

Vuelvo a mirar a la habitación de Caleb y lo miro, veo como estira su brazo y apaga la luz, quitándome la visión del interior de su habitación.

Me revuelvo el pelo y vuelvo a la cama, definitivamente quiero que el día se acabe ya.

Caleb

No dejo de dar vueltas en la cama sin poder dormir así que me levanto a por un vaso de agua.

Cuando vuelvo dejo el vaso en la mesita y veo que hay algo de luz afuera.

Me asomo a la ventana y veo una tenue luz salir de la habitación de Manu.

CALEBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora