Capítulo V

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Me pongo unos boxers grises mientras abro el armario, me coloco unos pantalones cortos negros, una camiseta azul claro y cojo unos calcetines de un cajón su mesita. Ha recogido toda la habitación y veo mi ropa perfectamente doblada en el escritorio junto con mi sujetador y mis zapatos justo debajo en el suelo.

Veo que ha cambiado la funda del nórdico a una gris y me sonrojo al darme cuenta de que he manchado sus sabanas.

Me tumbo en la cama y cojo mi teléfono de la mesita, miro las notificaciones por si tengo algún mensaje y me meto en Instagram.

Muerdo mi pulgar viendo una foto romántica en la playa y sonrío pensando en mí y en Caleb, que distinto es todo desde que éramos pequeños.

Estoy tan ensimismada que no sé qué Caleb ha salido del baño hasta que no se sienta en la cama y apoya su barbilla en una de mis rodillas encogidas.

—Daría lo que fuera por poder verte así todos los días— estira su brazo y acaricia mi mejilla con la punta de sus dedos, vuelvo a poner mi móvil en la mesita y lo observo— Tumbada en mi cama— besa mi rodilla con cariño— Con mi ropa— acaricia mi muslo y me podría morir de ternura ahora mismo por cómo me mira — Después de haber comido juntos, ver una peli y dormir juntos— me sonríe y siento mariposas en el estómago.
 
—¿Y...?— le insisto en que siga y se ríe.
 
—¿Y qué?— se hace el tonto para picarme y me siento cogiéndolo de las manos entrecruzando nuestros dedos.
 
—Sabes a lo que me refiero, se te ve el plumero— muerde su labio inferior con nerviosismo y me pica la curiosidad.
 
—El verano que viene me voy un mes, tengo que ir a ver a mi padre— dice mirando nuestras manos entrelazadas —Y quería saber... si querrías venir conmigo— me mira esperando mi reacción y mi cara tiene que parecer un cuadro.
 
Un mes.
Con Caleb.
Conocer a su padre.
Irme a la puta Rusia.
Ay madre.
 
Reacciono al ver la cara de angustiado que está poniendo.

—Cal, no quiero que pienses que no quiero ir, pero es que... es Rusia— me mira extrañado y sigo —Está muy lejos, no hablo ruso y hace frío— se ríe y me relajo al ver que ya no está tenso.
 
—A ver, sé que está lejos, pero no vamos a ir andando, iríamos en avión o en tren; no hace falta que hables ruso porque para eso estoy yo y mi padre habla español, y en verano no hace frío allí— responde a todas mis dudas de golpe.
 
—¿Sabías que iba a decir?— no hace falta ni que se lo pregunte para saber la respuesta.
 
—Lo del frío, a decir verdad, me ha sorprendido— asiente para sí mismo y me sonríe — No tienes por qué responderme ahora— se levanta de la cama y va al armario — Piénsatelo, aún queda mucho tiempo— coge unos boxers negros y se los pone por debajo de la toalla.

Se la quita y muerdo mi labio inferior.
Estoy segura de que tiene el mejor culo que he visto en mi vida.

—Mina— me dice de espaldas mientras se pone un pantalón largo gris oscuro —Noto cuando me miras culo— sonrio y ruedo hundiendo la cara en la almohada escuchando su risa.

Miro discretamente como se pone una camiseta deportiva de tirantes blanca y veo marcas rojas en sus hombros y espalda media.

Me incorporo extrañada cuando se da la vuelta.

—¿Qué pasa?— se acerca a mí y achino los ojos.
 
—¿Qué tienes en la espalda?— pregunto curiosa y me mira intrigado.
 
—¿Cómo que qué tengo en la espalda?— se acerca al baño y se mira girado en el espejo.

Lo sigo y señalo las marcas.

—Eso— le respondo y me mira sonriéndome con picardía.
 
—Mira— me coge de la parte de atrás de las piernas y me eleva, me agarro a él para no caerme enredando mis piernas en su cintura, se gira para quedar totalmente de espaldas al espejo —Mírate— me miro en el espejo y no entiendo nada —¿Dónde están tus manos?— bajo la mira y sigo sin entenderlo.
 
—En tus hombros— unos segundos después me doy cuenta sonrojándome hasta las orejas, eso se lo he hecho yo.

CALEBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora