🐱🐱

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Silencio.

"maldición..."

El pequeño gatito ya estaba arto.

La visita de los chicos molestos del día anterior se volvió a repetir después del colegio.

Sin embargo está vez el minino no estaba de humor, ya no era tan interesante o divertido como ese otro día y menos con la presencia de dos rubios exasperantes que peleaban en el sofá por el control remoto, uno sobre otro.

Los gemelos no habían ido, ni siquiera Daigo o Ken, solo esos dos.

Los azabaches por su parte, cada quien llevaba asuntos pendientes. Daigo, por ejemplo, les había dicho que tenía a su hermano menor en el hospital y debía irse antes; Ken tenía una función con su familia a la que no podía faltar. Y bueno, los gemelos ayudarían a su madre con las tareas que le tocaban a Valt.

Pero ni siquiera era por la pelea, el ambiente tenso que se había formado desde el día anterior estaba asfixiando a todos, al menos con esos dos se habían aliviado un poco las cosas, pero entre Valt y Shu no se dirigían la palabra más que para cosas superficiales. Cómo los buenos días o que el desayuno estaba listo.

Es más, ya ni siquiera podían tocarse un poco, cada quien llevaba una distancia prudente de su contrario y eso extrañaba y a la vez molestaba mucho al minino, el cual, conocía cosas que ellos dos no podrían decirse a la cara y veía como el carácter de Shu empezaba a caer y lo arrastraba pesadamente en sus hombros.

Nada estaba bien.

Pero tampoco nadie quería decir nada.

—¡KIYAMA, MALDICIÓN! ¡SUELTA ESO!

—¡POR QUE MEJOR TU NO LO HACES, WAKIYA! ¡DIJE QUE ERA MI TURNO DE ESCOGER UN PROGRAMA!

—¡ESTA NO ES TU CASA!

—¡TAMPOCO TUYA!

el mínimo suspiro por décima vez esa mañana. Observaba toda la pelea desde un ángulo prudente, donde no podían tocarlo y mucho menos él podía intervenir. Sin embargo, esto no quitaba el hecho de que podía escucharlos perfectamente.

Se levantó de su lugar en el librero, encajando sus uñas en la madera, tenía los pelos erizados y sabía muy bien a qué se debían. Todo ese escándalo lo ponía nervioso y tenso.

Salto del mismo, aprovechando que audaz estaba sobre Wakiya,quien ponía todo su esfuerzo porqué el mayor no alcanzara el control; y uso su espalda como centro de aterrizaje, empujando quizá mucho al chico.

—…

—…

Desgraciadamente para ambos, el gato había logrado callarlos de una manera casi creativa accidentalmente.

Cuando ambos se separaron, el gato les daba la espalda, pero bien logro escuchar lo que dijeron antes de salir de la habitación.

—me besaste...— admitió uno de ellos, más específico, Wakiya, rojo de toda la cara.

—¡Y-yo...! ¡F-fue sin querer! — argumento Rantaro de la misma forma aún encima suyo.

Al darse cuenta, finalmente de la posición en la que se encontraban ambos tomaron asiento debidamente en un extremo del sofá cada uno. Sin mirarse ni decir palabra si quiera.

Era algo que quedaría entre ellos únicamente.

"Por fin..."  Suspiro el gato entrando al comedor donde estaban los que le ponían igual o peor.

Valt estaba haciendo la tarea de aquel día, en silencio, algo impropio de él. Shu por su parte hacia de nueva cuenta el almuerzo, bajo el mismo silencio frívolo.

Incluso podía percibir la aura que ambos se cargaban.

Shu estaba distanciándose, por más cerca que se encontrará así era como se sentía y Valt preso de culpa se alejaba del muro que el albino creaba entre ambos. Porque creía que eso era lo mejor en esos momentos.

Fue a sentarse bajo los pies del menor, dejando que su cabecita chocará contra sus pies, quería hacerlo sentir mejor. Era una especie de ritual al cual se había acostumbrado.

Valt bajo la vista encontrándose con los brillantes ojos rojos del gato.

—hola...— le dijo y dedicándole una sonrisa cargo su cuerpo con cuidado llevándolo hasta su regazo.

Extrañamente Shu no había hecho comentario acerca de ello.

Empezó a acariciar su pelaje, dejando el lápiz a un lado. Miró a su amigo con preocupación entonces.

—¿Estás bien...?—de repente cuestionó, pero no sé dirigía al gato, no está vez.

—si...— respondió el albino suavemente desde la cocina.

—¿Estás seguro?—insistió Valt, apretando los nudillos.

—si...— siguió con la misma respuesta seca.

Entonces ocurrió...

—¡Estás mintiendo!—el gato sufrió un sobresalto y rápidamente se bajó del regazo del niño mirando el intercambio de palabras entre ambos. La voz de Valt sonaba igual que en ese momento; preocupada, rota.

—basta Valt...— pidió el chico recogiendo las cosas de la estufa para llevarlas al comedor. La olla donde descansaba el caldo que acababa de preparar y cuatro platos más una lata de alimento para gatos.

Esos pocos días había notado que el gato no podía vivir solo de leche, por más que la semana estuviera por cumplirse y de que Valt no logrará convencer a ninguno de sus conocidos. Ni siquiera a su madre a la cual ya habían avisado sobre el gato.

Necesitaban suministros adecuados para que el minino pudiera completar los tres o dos días que faltaban.

—¡Te está pasando algo! ¡¿De verdad crees que voy a hacer como si no lo notará!? ¡Eres mi amigo! —exclamo en medio de todo el caos. Luego guardo silencio apretando los dientes—. Si tiene que ver con lo que pasó yo puedo escucharte. Si te duele el estómago o ya no quieres ayudarme a cuidar de él...— se dirigió al gato —¡Dímelo pero no te quedes callado! ¡¿Cómo se supone que sepa que te pasa algo si no quieres hablar conmigo!? ¡No soy adivino, Shu!

—¡Basta Valt!

Wakiya y Rantaro ya salían de la sala y se acercaban al comedor en un incómodo silencio, por lo que él gato les había hecho hacer; sin embargo se quedaron de pie mirando la escena frente a ellos. Ignorando por un momento lo que había pasado entre ambos.

—¿Que está... Pasando?—pregunto audaz desde la puerta.

—¡Es-...

—no, no pasa nada— dijo antes de que Valt pudiera terminar su oración.

—¡Pero-...!

—te dije que lo olvidarás...— sentenció empezando a servir los platos.

Valt apretó los dientes e inconforme salió corriendo hacia la habitación del albino.

Rantaro y Wakiya miraron todo con un solo pensamiento en la cabeza: "igual que en las telenovelas...".

El mínimo siguió al menor hasta la habitación y se subió a la cama para hacerle compañía. Estaba llorando.

—idiota...— fue lo que murmuró Valt manteniendo la cara encerrada en una almohada.

Lo que más le molestaba es que a veces Shu hacía como si no sintiera nada, como si no fuera humano y le escondía las cosas, por más severas que fueran. Se supone que son amigos y él solo esta tratando de ayudar.

El gato suspiro escuchando como los otros dos se disculpaba y fingían tener que irse.

Entonces la puerta se abrió y cerro con la misma rapidez dejando a un Shu petrificado aún en la mesa.

"Esto está mal...".

¡ᴍᴇᴏᴡ! [Shu/Valt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora