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El segundo grito.

—¡SHU! 

—¡SHU!

Iba a decirlo; se sentía un estúpido llamando a un gato con su mismo nombre pero ¿que más daba? Lo está haciendo por el. Entonces no hay problema.

¿Cuánto tiempo habían estado así ya? Sin embargo no encontraban nada; como si esa molesta bola de pelos se hubiera desvanecido en el aire la noche anterior.

La discusión había alcanzado un punto cumbre entre ambos.

Después de recibir ese golpe por parte de Valt que bien si no, lo tenía merecido, se había quedado tan ensimismado en aquel hecho que no había Sido capaz de asegurar lo que había pasado a continuación. El gato hecho a correr tras el chico, y después de la puerta lo había perdido de vista.

Cuando recobro consciencia creyó que volvería en un rato, al igual que el chico y no se molestó en ir a por los dos. En un acto desesperado, si lo hubiera hecho pero creía que no era el momento; creía que como siempre, Valt solo deseaba estar solo y que el gato regresaría por la ventana de la cocina, pues no le había dado de comer. Sin más, acarició la zona del golpe y arrugó el entrecejo. Él no lo haría. Camino sumamente concentrado en su orgullo y se encerró en la habitación, siendo cobijado con la misma frialdad regalada por sus sábanas.

No era precisamente su culpa, Valt también había Sido injusto en muchos sentidos, no tenía la culpa de aquella tontería o del berrinche que estaba haciendo.

Así que tampoco se molestó en llamar para ver si el chico había llegado sano y Salvo a su casa; no tenía otro lugar a donde ir si no.

A la mañana siguiente no le prestó atención a lo que había a su alrededor. Ya era fin de semana, ayer, viernes se dedicó a entrenar hasta en cansancio y hoy le dolía todo el cuerpo. Realmente no deseaba levantarse de la cama pero sus necesidades naturales estaban siendo un problema. Tenía hambre y su estómago se lo hizo saber cuándo soltó un gruñido.

Lo que le extrañaba un poco es que el gato no había ido a despertarlo como hacía naturalmente: se subía a las almohadas y enterraba sus uñas en su cabeza hasta que el dolor fuera lo suficientemente molesto como para despertarlo y poder avisarle que tenía hambre.

Camino con pesadez a la cocina, saco del almacén una lata de comida y luego de abrirla, dejo caer su contenido en un platito que había apartado específicamente para "Shu". Después soltó un bostezo.

—aqui tienes...—murmuro a penas. Su garganta estaba seca y cuando se fijó por el espejo, que había de paso, las ojeras habían ido peor esa noche, probablemente porque la culpa no lo había dejado dormir.

De los gabinetes saco ahora, una caja de cereal y algo de leche. No tenía ganas de cocinar, prácticamente de hacer nada. Ni siquiera se había levantado temprano como para comenzar su día llendo a correr.

Se sirvió en un plato y se sentó en el comedor, en silencio. Pudo darse cuenta lo acostumbrado que había estado con respecto a la presencia de Valt en su casa, pues incluso había traído otro plato consigo y lo había dejado enfrente suyo. Bufo e ignoro la sensación de su pecho que le pedía a lamentos que fuera a ver cómo estaba.

¡ᴍᴇᴏᴡ! [Shu/Valt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora