Capítulo 3

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Preparo un jugo de naranja y las Frutigrams de Roco. Caliento el agua para mi mate y las galletitas aunque tengo el estómago cerrado, una sensación muy parecida a la sensación de muchos días en mi trabajo anterior. Falta de apetito, sudoración, alteración del ritmo cardíaco, flashbacks. El diagnóstico fue PTS, estrés post traumático, y la solución, unas pastillas recetadas, ansiolíticos que fueron subiendo de intensidad hasta tornarse mata elefantes - como les dice Lorena - que me dejaban atontado y sin voluntad. Finalmente pude salir con la respiración. Respirando y meditando que es lo que hago ahora. Respiro y me ubico en el presente. En lo hermoso de estar compartiendo un desayuno con mi hijo Roco. En lo hermoso de saber que arriba duermen Lorena y Mirna. Pero hoy no lo consigo. No consigo poner mi cuerpo en la frecuencia necesaria. Esta vez, el ritmo cardíaco sigue elevado y los músculos tensos y en el canasto veo mi remera mojada y más allá mi máscara improvisada. Unos días atrás encontré tiradas unas máscaras que se usan para la construcción y con algo de pericia les adapté filtros descartables. 

- Tengo que bajar un segundo a ver algo.

- ¡Pero papá... se te va a enfriar el mate! Además llueve mucho. 

- Es cierto, pero voy a llevar paraguas. No te preocupes. 

Voy hasta el armario y saco las zapatillas de correr y un paraguas chino plegable. Al fondo veo otro paraguas, uno negro, grande, con punta. Lo agarro y compruebo el peso. Decido llevarlo. Por último agarro la máscara. Ya en el ascensor lamento no haber traído alguna otra cosa más apropiada. Ni siquiera el celular traigo encima. Me miro al espejo. Miro mi cuerpo, los músculos deltoides que inflaman la remera, miro mi frente tersa y los ojos con un cansancio muy viejo. Trato de acomodar mi expresión mientras me pongo la máscara. Ya lo decía el psiquiátra: hay que sonreír para predisponerse a que pasen cosas buenas. Intento sonreír y entonces la luz desaparece y el ascensor se traba. 

Diario del Coronavirus :: anarquía en Buenos Aires ::_ Covid-19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora