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• 10:05 AM, sábado •
Narra Max.
Me remuevo en la cama y me doy cuenta que mi novia ya no está acostada conmigo. Refriego mis ojos y observo la habitación hasta que me encuentro con el ventanal, ahí está ella en el balcón con mi remera y su hermoso cabello se mueve levemente por la brisa. Sonrío inconscientemente cuando se me cruza todo lo ocurrido ayer, fue tan especial y me sentí como nunca antes, como nunca me sentí con ninguna chica.
Me quedo unos minutos observándola hasta que decido levantarme, con delicadeza voy hasta ella y la abrazo por la cintura apegandola a mi cuerpo, primero se tensa pero luego se relaja en mis brazos. Sin decir nada retiro el cabello de su hombro y cuello para poder depositar algunos besos, su piel se eriza ante mi toque y sonrío. Luego apoyo mi mentón en su hombro y miro el mar al igual que ella, siento la brisa y me agrada tanto la tranquilidad del lugar.
- ¿Cómo te sientes?-Pregunto en un tono de voz bajo.
- Bien, muy bien ¿Y tú?
- No podría estar mejor.-Acaricio su cadera y cintura por debajo de la tela de mi remera sintiendo como se estremece ante cada caricia. Es increíble todo lo que causo en ella y todo lo que ella puede causar en mi con tan solo una mirada.
- ¿No te cansas nunca?-Pregunta con diversión y voltea quedando frente a mi, elevo las cejas y río.
- Ey no hice nada, ¿Ahora no puedo acariciar a mi novia?-Finjo estar ofendido, ella solo ríe.
Me quedo embobado viendo su sonrisa y cada uno de sus gestos, ¿Acaso es perfecta? Definitivamente lo es. Vuelvo a la realidad cuando siento sus cálidos labios rozar los míos, se me hace gracioso ver cómo está en puntitas para poder llegar a mi rostro.
- Voy a ducharme.-Avisa y coloca ambas manos en mi pecho.- Sola.-Dice con seriedad.
- Lo que usted diga señorita.-Elevo mis manos y ambos comenzamos a reír.
¿Ya dije que amo su sonrisa? Amo verla sonreír. Amo verla feliz. Amo poder ser yo quien la hace feliz.
- Pero luego no te salvas.-Advierto y la beso con lentitud, disfrutando sus labios y saboreando cada milímetro de su boca.
T/a solo niega divertida y se adentra en la habitación. Por mi parte, me quedo unos minutos en el balcón, pensando en ella, solo en ella. En su sonrisa, en su perfume, en su cabello, en sus ojos, en sus labios, en su cuerpo, incluso hasta en su forma de hablar o de caminar, su forma de tratarme. ¿Es posible que una persona sea perfecta? Me hice esa pregunta miles de veces en mi vida y, definitivamente, nunca la había podido responder hasta ahora.
