El hombre de cabellos fantasía, cerró la puerta a sus espalda y dejó sus llaves junto a su billetera, en la mesita de entrada. Rodeó sus ojos verdes al escuchar el sonido de fondo de la televisión, también se irritó con el familiar olor a lasaña en la cocina.
¿En qué momento comenzó a evitar llegar a su hogar porque lo odiaba?
No, corrección. No odiaba su hogar, odiaba a la persona con quién lo compartía y la vida que había construido.
Escuchó su voz grave, como charlaba por teléfono, manía que había comenzado a desarrollar hace una semana junto a todas las pequeñas cosas que detestaba. En aquella relación, Michael no supo cuando se convirtió en el único que entregaba atención y amor, cuando no recibía nada a cambio.
Le dolía, le dolía profundamente como ambos cambiaron en las últimas semanas, como Luke comenzó a distanciarse y hablar por teléfono todo el día, como en las noches donde generalmente charlaban o hacían el amor, él se dedicaba a responder mensajes e ignorarlo. Lo amaba tanto que dolía, pero la verdad es que se amaba mucho más así mismo como para detener aquella situación que lo colapsaba.
Se acercó a la sala de estar con fuertes pisadas intentando llamar la atención del rubio. Lo logró, sus ojos azules lo observaron y solicitó con amabilidad en el teléfono, que le esperara entremedio de risas.
—Llegué antes y cociné lasaña para ambos. Si quieres pones los cubiertos para que cenemos —comentó Luke, poniéndose de pie para saludar a Michael. Eso parecía una costumbre, no una muestra de afecto sincera.
— Ya cené, voy a la cama —y antes que Luke pudiera acercarse más a él, Michael lo esquivó con intenciones de ir hasta su habitación.
—¿En serio no puedes hacer un espacio para un bocado? Por último acompáñame para no cenar solo...—intentó convencer Luke, sin embargo, Michael ni se volteó.
—Esa llamada conviértela en videollamada y voalá, tienes compañía para cenar —comentó con irritación Michael, logrando su objetivo de ingresar a la habitación y dejar sus cosas en su lugar.
—Ashton, debo irme —se despidió Luke mordiendo su labio inferior con nervios. Esto era una mala señal, algo que temía.
—Llámame para contarme como te fue...
La llamada finalizó y Luke lanzó su teléfono al sofá. No era tonto, había notado la molestia de Michael apenas este entró al apartamento. Por supuesto que se sentía herido ante el rechazo del hombre que amaba, pero todo lo que estaba haciendo era por su felicidad.
Su mirada se dirigió a la bandeja de lasaña que descansaba en la encimera de la cocina y prefirió que iba a poner los cubiertos antes de acercarse a Michael. No quería que explotara contra él, como tampoco se sentía con la suficiente valentía como para confesar su engaño.
Dejó la mesa preparada y luego caminó hasta el refrigerador, lugar donde se puso de puntitas y se estiró para alcanzar la parte superior de este donde había escondido una diminuta cajita de terciopelo azul. Mordió su labio inferior con pánico y luego suspiró, llenándose de valentía para dirigirse a la habitación.
Michael ni se volteó cuando escuchó la puerta. Estaba sentado en la cama, dándole la espalda a Luke mientras se sacaba sus pantalones. Estaba sin camiseta y su plan era dormir tan solo con su ropa interior.
—Mike, ¿podrías acompañarme a cenar? Necesito hablar contigo de algo importante...—suplicó Luke con voz dulce. El hombre de ojos verdes, ni se volteó.
—Quiero dormir, podemos hablar mañana si es que te despiertas antes que me vaya al trabajo.
—Mike, no puede esperar...Por favor.
—Va a tener que esperar porque quiero dormir.
—Michael, ¿qué te pasa? Podríamos charlar, claramente hay algo que te molesta.
—¿Claramente hay algo que me molesta? ¡Qué listo eres! Si no me lo mencionas, no me doy cuenta —comentó con irritación Michael, poniéndose de pie para poder enfrentar a Luke. Su pecho ardía por la furia, por el desamor. ¿Ahora lo buscaba cuando fue él quien prácticamente mendigó su amor? Cínico.— Hace semanas estás distante y no te despegas de tu teléfono. Tengo que ir suplicando por tu atención, por tus abrazos, por tus besos. Yo no estoy dispuesto a continuar así Luke, yo busco a alguien que me corresponda no que me evite, para eso tendría un gato.
—Michael, no digas eso. Yo te amo, sé que sabes cuanto te amo —intentó buscar sus manos para entrelazarlas, pero Michael las apartó.
—Pues estoy dudando de eso Luke, estoy dudando de lo nuestro. Cada día que pasa siento que se repetirá la historia, que te aburrirás de mi y estaré solo de nuevo. Como lo hizo papá, como lo hizo mamá, y no estoy preparado para eso. Prefiero alejarme antes que ser abandonado una vez más.
—Michael no lo entiendes, estas semanas en las que te he parecido distante han sido todo lo contrario a tus sospechas. Estas semanas te he amado más que nunca, por eso hice muchas cosas para llegar a mi objetivo. Mi trabajo como chef a medio tiempo no alcanzaba, por lo tanto busqué otro trabajo que pudiese solventar mi deseo. Si me viste estas semanas alejado de ti y concentrado en mi teléfono fue porque trabajo en una línea sexual aunque sea difícil de oír. Es un trabajo realmente honesto y jamás existió algo más allá que palabras con los clientes, o mensajes de textos candentes. Nunca mandé una fotografía de mi. Lo hice porque quería esto, porque apenas lo vi pensé en ti.
Y antes que Michael pudiera discutir sus palabras y mandarlo al diablo, Luke se arrodilló frente a él y le quitó la respiración. Sus ojos azules buscaron sus ojos verdes y del bolsillo trasero sacó la caja de terciopelo que había escondido en el refrigerador. Abrió su pequeño secreto y un anillo de plata con incrustaciones de diamantes blancos, quedó al descubierto.
—No podría imaginar mi vida sin ti Michael, pues eres tan vital para mi como es lo es el aire. Tú eres mi oxígeno, el sol que ilumina cada una de mis mañanas y las estrellas que me acompañan cada noche. Tu eres la razón de mi felicidad, de cada una de mis sonrisas. Gracias a ti conocí el amor real, el amor sano lejos de la violencia, lejos de los malos tratos, lejos de los hematomas y de labios sangrantes. Tú me enseñaste lo que era amar y se amado, ser cuidado y protegido. Me salvaste, me enseñaste a vivir y creo que no podré nunca renunciar a ti por lo mismo estoy aquí, en nuestro hogar, el que construimos ambos, tendiéndote este anillo que representa mi corazón porque te lo entrego, porque deseo lo lleves contigo toda tu vida y la vida que espero que compartamos durante años y décadas. Michael Gordon Cliffod, ¿desearías casarte conmigo?
Los ojos verdes de Michael se llenaron de lágrimas y sus manos temblaron. Ahora se sentía un imbécil por todas las historias que se cruzaron por su mente. Luke lo estaba evitando porque en realidad guardaba un secreto, un secreto valioso que ahora le producía pánico.
—¿Qué sucede si te aburres de mi y te marchas?
—Jamás me aburriré de ti Michael, jamás me atrevería a abandonar a la persona que me hace feliz y me enseñó a vivir. Te amo y quiero compartir mi vida contigo, ¿aceptarías compartirla conmigo?
—Acepto.
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Lille | Muke.
RomanceMichael y Luke en diferentes mundos, vidas y circunstancias. Pequeñas historias.