Mi pequeño lirio

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Iluminado por la luz de una cándida vela, el infante andaba por un largo pasillo de la casa. La punta de los dedos de sus pies sentían el frío del piso, sin hacer sonido alguno que pudiera perturbar la tranquilidad de su hogar. Una pequeña ventisca refrescaba la calurosa noche, pero la blanca pijama del niño era tan ligera que la brisa nocturna le estaba congelando las extremidades. Los pasos del pequeño se apresuraron más, intentando ganar calor con la rapidez, iba directo hacia la cocina, por un vaso de agua y quizás se comería algún pastelito suelto. Su estómago rugió gustosamente ante la idea.

Hasta que escuchó un quejido.

Por un momento la sangre de su pequeño cuerpo se detuvo y sintió más frío. ¿Acaso ese quejido lo había hecho un fantasma? Oh no. ¡¿Y qué pasaría si el fantasma lo encontraba?! Correr se veía tentador, irse de la casa también, pero sus piernas no querían obedecer y su andar se había vuelto más lento y soso. Pero él era un héroe, su deber era mantener a salvo a su familia del aterrador fantasma. Así que, con mucho coraje y valor, el pequeño héroe se acercó al lugar de donde provenían los quejidos, los cuales se iban intensificando conforme avanzaba. Sus aniñadas manos temblaban de frío y de temor, la amarilla llama de la vela era el único brillo que lo protegía de la oscuridad. Finalmente llegó a una habitación, con la puerta ligeramente abierta.





Era del cuarto de Inglaterra.





Adentro de la habitación, alumbrados por un candil de aceite, Inglaterra tenía su camisón levantado hasta los muslos, exponiendo una hermosa y suave piel. Piel que era acariciada por las manos firmes de Escocia, las cuales hacían que Inglaterra se arqueara y soltara esos sonidos tan extraños para América.

Porque su tierna mente no comprendía nada. Después de todo... ¿Inglaterra no odiaba a Escocia?



Entonces ocurrió lo inesperado.

Las manos gentiles de su tutor acariciaron las mejillas de Escocia, reflejando en su mirada algo que el infante desconocía. Y sin decirse algo, los labios de ambos amantes se unieron bajo la sombra de la noche.

La llama de la vela de América se apagó y su corazón dio un salto. Inmediatamente huyó de aquel lugar, sintiendo que había visto algo que no debió conocer. Sus mejillas avergonzadas eran la acusación perfecta del terrible acto que había cometido. Y que solo las sábanas de la cama que compartía con su hermano Canadá podrían alejarlo de sus pensamientos.

Sin entenderlo, los ojos azules de América comenzaron a llorar, pensando en la dulce voz de Inglaterra.


Tal vez, hasta que no sea un adulto no entendería lo que pasó en aquella habitación.








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Lector: ... ¡¿Dondé estan los lirios?! >:U ¡No apareció ni un miserable lirio!

Yo: claro que sí ;w; *ocultándose detrás de su almohadita*

Lector: ¡Explícate! U:<

Yo: Los lirios blancos son la flor que representa la inocencia, por lo tanto aquí el lirio es la infantil inocencia de Trece Colonias nwn (no me peguen)

Sinceramente este drabble lo veo muy imposible, porque estuve calculando fechas y lo más probable es que Trece Colonias haya conocido a Escocia en una edad adolescente. Porque si bien hubo inmigrantes escoceses eso no garantiza que Trece colonias haya conocido a la representación de Escocia en persona, además tambien es muy poco probable que Escocia e Inglaterra hayan tenido una relación romántica mientras el cejitas cuidadaba a Canada y ChibiMurica, pues en ese entonces Inglaterra y Escocia tenían conflictos muy fuertes y la gente de Escocia no estaba de acuerdo con la Unión.

Pero bueno mis amadas criaturitas de satán (sí, así les llamare ahora OuO) no pude resistirme a escribir esta historia, mi mente se tentó con un inocente trece colonias en la peor posicion xD

¡Nos vemos!

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