Capítulo 18

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La mañana Yugi se hallaba sentado en la mesa, preocupado por Isis y Siamun, que estaba dividiendo su atención entre ellos y un joven que había aparecido al amanecer con un corte en la pierna. Su presencia al menos, concluyó Yugi, era una buena señal probable de que nadie había hecho la conexión entre ellos y el asesinato de la noche anterior, ya que dudaba que alguien fuera a acercarse a ellos de otra manera.

El joven, cuyo nombre Yugi había olvidado, era del tipo alegre y hablador, y se sentó tamborileando con los dedos contra la mesa a un ritmo desconocido mientras Siamun le curaba y vendaba su pierna.

-Toda una noche, ¿eh?- él dijo -No sé ustedes, ¡pero no pegue un ojo con todo ese ruido y conmoción!-

Siamun gruño sin interés, y ni Yugi ni Isis emitieron ningún sonido. Yugi estudió la mesa, fingiendo distraídamente ordenar racimos de hierbas secas, mientras Isis se paseaba por el espacio de la cocina.

El hombre no pareció notar su desinterés -¿Pero escuchaste la parte más emocionante? ¡Todos vieron a los monstruos, pero se rumorea que había un fantasma en la aldea!-

Siamun dejó de vendar y parpadeó hacia el hombre -¿Un qué?-

El joven se enderezó con los ojos brillantes -Galopaba por la ciudad a toda velocidad sobre un caballo blanco. De acuerdo, estaba oscuro, pero los ancianos del pueblo dicen que lo vieron, con la ropa desgarrada y el cabello salvaje. ¡Dicen que era el fantasma del faraón sin nombre!-

Yugi se congeló, encorvado ligeramente sobre la mesa, con el corazón palpitante. Movió su mano al borde de su cabeza cubriéndose, una nueva, que Isis había insistido en reemplazar la noche anterior a pesar de la oscuridad y la hora tardía. Por el rabillo del ojo vio a Isis quedarse quieta.

Siamun resopló, apretando el vendaje -Eso es...-

-Ellos tienen razón- dijo Isis, en un tono aireado, lo suficientemente fuerte como para cortarlo.

-¿Huh?- dijo el joven.

-¿Qué?- Siamun farfulló.

Isis se giró, con la cabeza inclinada, el cabello resbaladizo, medio tapizándose la cara -Un presagio del pasado- entonó, de una manera que Yugi nunca la había escuchado hacer, un tono de campana que erizaron los pelos de la nuca -La furia del faraón, ante la deposición del legítimo gobernante. ¡No puede descansar y los monstruos se despiertan con su ira!-

Sus manos fueron a su cara y dejó escapar un sonido de angustia, con los ojos en blanco -¡Ya lo veo! ¡La furia de los Dioses, monstruos saliendo de la tierra para corregir este terrible error!- Ella vaciló y se tambaleó unos pasos, colapsando en la mesa. Se cubrió la cara y gimió, baja y ondulante -¡Teme la ira del faraón sin nombre, Muwatalli de las tierras altas! ¡Temedlo!-

Yugi extendió la mano hacia ella alarmado. Tanto Siamun como el hombre los miraron con los ojos muy abiertos.

-Uh- dijo el joven. Su rostro se había vuelto bastante ceniciento -Quizás debería irme-

-Sí- dijo Siamun rápidamente -Mi hija no está bien-

El hombre les pagó a toda prisa y huyó de la casa. Una vez que ya no se escucharon sus pasos, Siamun se giro hacia Isis -¿Qué te pasa?- Él escupió.

Para sorpresa de Yugi, Isis levantó la cabeza. Parecía perfectamente tranquila y serena, su expresión incluso –Nada- dijo ella -Pero ese hombre es un viajero de caravanas. Tiene un colgate de arcilla con un símbolo de una de las rutas hacia el norte alrededor de su cuello. En una semana, las noticias de los monstruos y los rumores del avistamiento del fantasma del faraón llegarán a la Fortaleza Blanca, tal vez antes-

Lineamiento (blindshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora