—Despierta, pequeña perra durmiente.
—Mm.
—Es mejor que te despiertes ahora mismo si no quieres que arroje este vaso de agua en tu cara. No estoy bromeando, Violet.
Giro en la cama tapando mi cara con la manta. Estoy tan cómoda ahora mismo, y no recuerdo haber tenido una buena noche de sueño durante algún tiempo. Sin embargo el movimiento sólo logra que mi estómago se agite y, mierda... ¿cuánto bebí anoche?
Los últimos pedazos de mi sueño se escapan y empiezo a sentir la realidad volviendo.
—¿Podrías dejar de gritar? Por favor —pido. Mi cabeza está palpitando ahora mismo.
—Oh eso no es nada, ni siquiera he empezado aún, pero lo haré si no te levantas.
—¿Qué hora es? —pregunto en murmullo.
—La una de la tarde, y tu teléfono ha estado sonando durante algún rato para ahora. Te lo juro, Violet, si no contestas voy a arrojarlo por la ventana.
—¿Por qué no contestas tú?
—Lo hice, la maldita cosa simplemente sigue sonando y yo no puedo mentirle a tus padres por siempre, o ignorar sus llamadas.
—¿Por qué están siendo tan insistentes?—me quejo, quitando las mantas de mi cara y abriendo los ojos finalmente.
Parpadeo ante la claridad que emite de la lámpara sobre mi cabeza. Es la única luz en la habitación, las cortinas aún están corridas pero Bianca ya está levantada y batallando con una de sus zapatillas de dinosaurios mientras habla. Su cabello es un desastre y la remera que lleva está al revés.
—No lo sé pero deberías devolverles la llamada y averiguarlo. Maldición, odio las mañanas.
—Técnicamente ya es la tarde —señalo.
—Cállate —finalmente logra encajar la última sus zapatillas y me señala con uno de sus dedos, amenazante—, aún podría cambiar de opinión sobre ese vaso de agua.
—No lo harías —desafío.
—Si de verdad crees eso, es que no me conoces.
Ella está frente al espejo ahora, intentando sujetar su pelo en un moño pero aún así puedo sentir como me observa.
—De acuerdo osito gruñoncito —me siento en la cama y afortunadamente la habitación no gira, mi estómago por otra parte... hago una mueca de asco—, estoy despierta. Por cierto, ¿dónde está Ruby?
—En su casa, probablemente teniendo un mucho más agradable despertar —agita ambas cejas.
—¿Qué hay de sus padres? —bostezo.
—Fuera de la ciudad. Otra vez. No es que sea una novedad, la chica prácticamente vive sola.
—Mhm, ¿y no se suponía que íbamos a quedarnos en su casa?
—Decidimos que ella podría tener algo de diversión mientras tu y yo nos quedaríamos en la mía, ¿no lo recuerdas? Estuviste de acuerdo...
—Bueno... no recuerdo las palabras exactas... o algo sobre anoche... en realidad, creo que tuve demasiados shots o lo que sea que estuviese bebiendo.
Paso una mano por mi cara y mis dedos terminan enredados en los mechones que caen sobre mi frente. Apuesto a que no está mejor que el de Bianca. Apenas termino ese pensamiento cuando ella me lo confirma.
—Ya lo creo. Luces como la mierda.
—Gracias —respondo, ácida. Mi mano duele al moverla y mi rodilla se queja cuando me paro.
En serio, ¿cuánto bebí anoche?
—No hay porqué. Vamos, Alex siempre deja la cafetera encendida, probablemente aún puedas conseguir algo de esa mierda mientras me preparo un té. Creo que tienes algunas cosas que contarnos. Le estoy enviando un mensaje a Ruby ahora mismo para que venga con nuestras cosas y empecemos con el interrogatorio.
—¿Qué?
—Ah no, pequeña perra mentirosa, no me vengas con "¿qué?" —me imita—. Mejor que hagas memoria sobre anoche porque no te estás librando de responder a todas nuestras preguntas y tenemos una lista de ellas.
Bianca ha tomado su celular de la mesita junto a su cama y nos dirige a la cocina mientras habla. La sigo escaleras abajo, sin entender de qué está hablando, y así se lo digo: —No tengo idea qué estás diciendo, tendrás que ser más específica.
Apenas estamos pasando la puerta de la cocina cuando se gira, sobresaltándome.
—De acuerdo. Tú, anoche, bailando bien cerca con un tipo sexy que, oh espera, aquí es donde la cosa se pone interesante —hace un gesto con su mano deteniéndome de interrumpirla cuando ve que estoy por abrir la boca, una sonrisa malvada apareciendo en su rostro—. Adivina quién podría haber sido. De todos los tipos en el mundo, Violet...
Los recuerdos de la noche anterior son confusos en mi mente pero descubro que ella no está jugando conmigo. No lo recuerdo todo pero hay ciertos momentos... me recuerdo discutiendo con alguien sobre alguna cosa, luego bailando con esa misma persona e incluso recuerdo haber deseando bes... no. El hilo de mis pensamientos es cortado abruptamente cuando escucho lo que Bianca está diciendo.
—Tu psicólogo.
Espera, ¿qué?
—Espera, ¿qué?—chillo, esta vez en voz alta.
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Mentiras agridulces
Teen FictionViolet está bien. Tiene dos padres amorosos que la adoran, un par de amigas increíbles con las que siempre puede contar y acaba de terminar sus estudios secundarios. Su vida es básicamente todo lo que una chica podría desear. Excepto que Violet es u...