CAPÍTULO CUATRO: PARTE II

24 2 0
                                    

—No digas "¿qué?" —me imita otra vez—. Estabas ahí. En serio Violet, ¿cuánto bebiste mientras estuve en la fila para el baño? No pude haberte dejado sola por tanto tiempo...

—No, no, no, detente ahí —pido, mi cabeza a punto de estallar—. Yo no hice eso que tu dices que hice...

—Oh sí, sí lo hiciste.

—Bueno, ¡estaba borracha!

—Sí, bueno, pero ya sabes lo que dicen sobre el alcohol...

—Ni siquiera sabía que era él —arrojo mis brazos al aire con frustración—. ¿Cómo siquiera sabes tú que era él?

—Bueno ciertamente no gracias a ti, perra —empuja su dedo en mi pecho para poner énfasis en cada palabra. Luego se gira sobre sus talones dándome la espalda y entra a la cocina mientras murmura:—. Y no parezcas tan espantada, de todos modos el tipo no está nada mal.

—Ese no es el punto —la sigo, ya olisqueando por ese café que ella prometió aún cuando sus palabras todavía me tienen enloqueciendo por dentro. De ningún maldito modo. Excepto que ella no está mintiendo. Me tomó algún tiempo pero he podido juntar algunas de las piezas en mi cerebro, intentando darle sentido a las partes dispersas que recogió mi yo borracho. No puedo recordarlo todo y la verdad es que no lo reconocí anoche, aún cuando seguía teniendo esa sensación de familiaridad... ahora entiendo por qué. Incluso varias de las cosas que dijo cobran sentido... yo sólo no lo sabía en ese momento y, oh mierda...

—¿Cuál es el punto entonces, Violet? —Bianca me devuelve al presente—. Porque mi punto es que no nos contaras sobre este pequeño detalle, incluso cuando te preguntamos por él. Eres tan egoísta cuando quieres —dice y termina de preparar su té, derramando un poco en el transcurso mientras sirvo mi propio café. Su voz se ha elevado al igual que su mal humor, así que cuando se sienta a un lado de la mesa, solo por precaución, tomo el lado más alejado. Entrecierra los ojos hacía mí cuando lo nota.

—No importa si el tipo está bueno...

—Más que solo bueno diría yo —me interrumpe sobre su taza.

—El punto es —ahora soy quien eleva la voz, la resaca momentáneamente olvidada—, que es mi maldito psicólogo.

—¡Eh! —eleva ambas manos al aire, señalandome y derramando un poco más de su té sobre la mesa—. Eras tú la estaba bailando con él. Ninguna de nosotras te obligó.

—Lo sé —me quejo, y es cuando Ruby aparece en la puerta, carraspeando para llamar nuestra atención.

—Bueno, bueno, bueno, mira nada más. Pero si es la señorita... —se queda parada en la entrada, sus brazos en jarras, mientras piensa—. Bueno no se me ocurre nada ahora mismo, pero eres malvada, Violet. Creía que eramos amigas. Ahora veo que todo ha sido un vil engaño.

—¡Oh, por favor! No tú también Ruby, ¿podrían ambas dejar el drama y concentrarse por un momento en lo importante? ¡Es mi maldito psicólogo!

—¡No es justo, yo recien llego! —se queja, pero deja su bolso a un lado y toma su lugar usual en la mesa—. Bianca obtiene toda la diversión siempre. Yo también quería torturarte esta vez.

—Ciertamente torturar a Violet es divertido pero no creo que haya sido la que obtuvo más diversión de nosotras tres aquí —dice Bianca, alzando una ceja, y la cara de Ruby se vuelve ligeramente rosa aún cuando ríe—. Pero antes de desviarnos del tema —voltea esos malvados ojos en mi dirección—. ¿Por qué no nos dijiste sobre él?

—Son los pequeños detalles como esos los que nos hacen felices Violet, no deberías ser tan egoísta de no compartirlos con nosotras que somos tus mejores amigas —la apoya Ruby.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 08, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mentiras agridulcesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora