⇝ Capítulo 9

9.5K 694 91
                                    

•──•──•──•✦•──•──•──•UNA SAGENESS, DEBE COMPORTARSE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•──•──•──•✦•──•──•──•
UNA SAGENESS, DEBE COMPORTARSE.
•──•──•──•✦•──•──•──•

Jamás pensó que le dolería tanto verla así. Alec no podía dejar de reprocharse sus acciones... ¿En qué estaba pensando?
Verla ahí, oyendo gritos a su alrededor sobre su comportamiento. Haciéndose pequeña. Deseo no haber avisado a la clave de su presencia. Deseo haber sido más listo.

—Atenea, yo... Lo siento. —fue lo primero que le dijo en cuanto la vio.

No dijo nada. Lo miró y simplemente, pasó por su lado. En silencio. Estaba empezando a pensar, que la peor faceta que tenía era la de enfadada, la de gruñona. Ja, que va. Eso es porque no había conocido a la callada con miradas más frías que el hielo. Quiso insistir, pero la señora Sageness se puso delante de este.

—Alec Lightwood, ¿cierto? Muchas gracias por avisarnos. Tiende a escaparse de casa cuando algo no le gusta.

—¿Y qué era lo que no le gustaba esta vez, señora Sageness? —intervino, Izzy.

—Otra vez tú. —musitó el señor Sageness con desagrado viendo a la pelinegra.

—¿Qué era lo que no te gustaba? —volvió a preguntar, esta vez Jace mirando a Atenea.

—¿Acaso importa? —intervino Clarissa, un tanto celosa.

Quería que se fuera lejos de La Clave. No le gustaba. Era bastante borde. Tenía mal humor casi siempre. No la quería cerca. Así que decidió ir en busca de algo para comer, tenía hambre y no le importaba nada cual fuera el destino de Atenea.

—Estoy cansada.

—Cierto, hija. Vamos, descansaras en Idris.

—No, mamá... ¿Acaso alguna vez me escuchas? No voy a volver, no me voy a casar con alguien que no amo, no voy a hacer lo que queráis. No otra vez.

—Pero, ¿cómo te atreves? —bramó su padre, agarrándola con brusquedad del cuello—. ¡Te lo hemos dado todo! ¿Y así es como nos lo devuelves?

—Nun-nunca os lo he pe-pedido... —escupió Atenea con dificultad.

—¡Una Sageness, debe comportarse! —gritó de nuevo el padre, asfixiándola aún más.

—¡Basta, la vas a matar! —intervino Jace, dándole un golpe en el estómago para que la soltase.

—¿Cómo te atreves? ¡Ella debe volver con nosotros! Ahora. —volvió a exclamar.

La flecha que nos unió » Alec Lightwood | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora