⇝ Capítulo 41

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•──•──•──•✦•──•──•──•PODER Y LEGADO

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PODER Y LEGADO.
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Horas antes...

—Hogde, el manco —canturreó la joven Sageness para no oír sus odiosos comentarios y siguió—: Hodge el manco, al que lo tiraría al barco.

—¿Al de Valentine? —preguntó Jace divertido ante la actitud de la morena.

—Mhmh —asintió y volvió a canturrear—: Hodge, Hodge... Al que calé en cuanto lo miré...

—Atenea —gruñó el nombrado.

—Sageness para ti —se detuvo y siguió—. Hodge el manco, al que...

—¡Ya basta! —explotó el ex miembro del círculo y miró mal a Jace que reía por lo bajo—. Par de críos insensatos...

—Oye —la voz de Jace más calmada hizo que Atenea detuviese su cántico—. ¿Cómo escapaste de ahí? Te dejé tirada —masculla—. A mi me ayudó Clary, pero... Te dejamos atrás y cuando me di cuenta fue tarde, yo...

—No te preocupes, rubiales —fingí desdén—. Al final no necesité a nadie.

Y aunque era cierto, los recuerdos de antes de llegar –detenida– al instituto, estaban gravados a fuego en la memoria de la joven Sageness. Aún, si cerraba los ojos, podía ver a Valentine y oír su risa malévola a unos metros de ella.

Y decir que ir al instituto no había sido caótico, sería mentir.

Recordaba a la perfección como supo que su fin estaba cerca cuando habían desatado a Jace para hablar con Valentine. Esperaba que el chico fuese capaz de dar con una salida, pues a base de golpes del matón, perdía la esperanza de salir con vida. No dejaba de estar en un limbo –medio inconsciente– del que a veces salía cuando recuperaba la consciencia. Pero en cuanto oyó la inconfundible voz de la zanahoria, supo que algo estaba sucediendo. Observó su entorno y se dio cuenta que Jace seguía sin estar a su lado. Eso le lleno de esperanza, a lo mejor había logrado escapar. Y así fue, tras unos minutos de completo silencio, Valentine bajó donde horas antes retenía a su hijo. Aún recordaba la ira que emanaba.

Y no pudo evitar sonreír pese a ser consciente de que iba a recibir las consecuencias de las acciones de Jace. Los golpes no tardaron en llegar, pero sí en detenerse. Volvió a estar en aquel limbo del que no salió hasta varios días después. Cuando entre las sombras de aquel barco, perdió por décimocuarta vez el conocimiento y las luces aparecieron ante ella, está vez dispuestas a hablar. O al menos, eso le pareció a la Sageness.

La flecha que nos unió » Alec Lightwood | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora