Capítulo Co-escrito con Esme-more
Cuando Leonardo salió del baño, Facundo se dio cuenta que no había otra cama en su habitación; había un sofá, sí, pero era un poco chico y sus pies saldrían y estaría incómodo. Miró al niño y vio que la cama era grande y cabían los dos, así que hizo que se acostarás para ver un poco de tele y él fue a darse una ducha. Cuando salió, Leonardo se había dormido ya, así que, muy sigilosamente, se acostó a su lado, apagó la televisión y se durmió enseguida.
Al día siguiente, su alarma sonó muy temprano, pues tenía una convención programada para dentro de unas horas, pero al mirar hacia la cama, se dio cuenta que no podía dejar al niño solo en el hotel, por lo que hizo que se levantara y bajaran a desayunar. Por fortuna, despertarse temprano era un hábito adquirido a la fuerza en Leo, ya que en el orfanato servían la leche a las 7:00.
Al llegar al restaurante, Facundo eligió una mesa cerca de la puerta y, fiel a su estilo, pidió un café con leche y sándwiches tostados, mientras que el niño se sirvió leche y croissant con jamón y queso. Las cosas iban bien entre ellos, estaban disfrutando de sus desayunos y una charla amena, hasta que la camarera se acercó a darle el cambio a Facundo.
-Gracias por su visita - Le dijo la muchacha sonriéndole con amabilidad, tras recibir la propina que Facundo le extendió.
-Le cogiste? – Preguntó Leo, una vez que la mujer se retiró lo suficiente, causando que las mejillas de Facundo se tiñeran de un rojo intenso.
-Leonardo! – Amonestó el artista, algo avergonzado, mirando hacia todos lados para ver si alguien más había escuchado.
-Quéeeeee?!! – Exclamó molesto. Él sólo le preguntó si cogió la vuelta cuando la camarera se retiró.
Facundo, sin poderse contener, le dio un tirón de orejas -Auuuuu – Se quejó el menor -Pero qué dijeee?! - Gimoteó, sobándose la orejita agredida, haciendo un tierno puchero que hizo sentir culpable al hombre.
Facundo suspiró. Él podía ser rebelde y de mente abierta, pero que los niños usaran lenguaje soez no lo consentía. – Esa palabra, jovencito. – Explicó brevemente, dejando confundido y enojado al pequeño que estaba a su lado.
Leo abrió la boca y la volvió a cerrar un par de veces, sin saber qué decir. Facundo lo había retado por nada. Encima le había agarrado fuerte de su orejita. Quería gritarle y exigirle una explicación, pero se quedó callado, dejando que sus lágrimas empezaran a caer por sus mejillas.
-Leo… hijo. - Murmuró Facundo, conmovido al ver el llanto silencioso de la criatura. Con serenidad, se acercó hasta él para abrazarlo – No podés hablar así, tenés que ser más respetuoso y todavía más cuando hay una mujer de por medio – Le dijo suavemente, pero Leo se separó del abrazo y se limpió las lágrimas con la manga con algo de agresividad.
-No dije nada malo – Casi gritó. Facundo se frotó la cara con sus manos no llevaba ni un día y ya tenían éstas peleas. A él no le gustaba retarlo pero tampoco podía dejar que fuera diciendo esas cosas por ahí como si nada.
-Ah, no?! y entonces lo que dijiste hace un ratito qué fue, eh?! – Leo, otra vez, puso un puchero.
-Sólo pregunté si le cogisteis el c… - Empezó el chico, pero no pudo terminar porque Facundo lo mandó a callar con un molesto:
– Shhhhh!!! Leonardo, basta ya. – Le dijo, tratando de calmarse con un suspiro profundo. No quería seguir renegando con Leo. – Que no se vuelva a repetir. Ahora, vamos que se hace tarde. – Y a modo de querer dar por zanjado el asunto, lo rodeó con un brazo por los hombros, pero Leonardo se soltó bruscamente.
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Sorpresas de la vida
RandomFacundo sonrió mientras observaba a la gente admirar sus pinturas. Al fin, su sueño se estaba haciendo realidad y sus obras iban dejando el anonimato para llenarlo de la gloria que siempre mereció. Sin embargo, toda esa fama quedó en el último lugar...