Capítulo 3

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Guadalupe acompañó a Facundo hasta una oficina muy bonita, donde ya lo esperaba tanto la Directora del establecimiento como Etel. La mujer no podía ocultar la cara de fastidio al ver al muchacho llegar, pero se abstuvo de hacer algún comentario al respecto. .

-Buenos días, Sr. Fernández. Soy Graciela García, directora del hogar, en qué puedo serle útil? - Preguntó con cortesía, mientras estrechaba su mano con la de Facundo.

-Gusto en conocerla, señora. Bueno, no sé si usted esté enterada, pero he venido al país por cuestiones laborales, soy artista, y ayer tuve el placer de conocer a algunos de los chicos en la exhibición de mis pinturas. Pero fue tan poco el tiempo que quise venir a visitarlos y conocer más del lugar dónde viven, cómo los cuidan y esas cosas. Pero ahora que llegué aquí, me encuentro con una situación bastante desagradable, que no puedo dejar pasar.

-Pues qué es lo que ha pasado? - Preguntó la mujer, mirando con asombro al muchacho.

-Pasó que esta - Y aquí Facundo tuvo que recordar sus modales y las enseñanzas de su padre con respecto a respetar a las mujeres para no soltar un taco - señora de aquí estaba golpeando a Leo. - Acusó directamente, elevando un poco la voz para acallar el gritito de Leonardo que su mente pareció elegir rememorar.

-Bueno, joven, se ve que está un poco alterado, tranquilícese y me cuenta lo que tanto le ha molestado . _Lupita ya le había contado algo pero quería saber hasta dónde era capaz de llegar ése joven.

Facundo respiró profundo para serenarse un poco. – Decía que ayer,  como usted sabe, alguno de sus niños vinieron a visitar mi exposición – Repitió, pero la mujer lo interrumpió.

-Sí, y estamos muy agradecidas que tuviera esa consideración de invitarlos. – Dijo.

-Pero yo no vine a eso _ Respondió Facundo con cara de asombro - yo no vine a que me agradezca…

_ Lo sé, pero quería agradecérselo igualmente. A nuestros niños le hicisteis muy felices. Ahora sí, cuente qué es lo que pasa. Lupita me contó un poco pero quiero saber qué es lo que sucedió _ Facundo carraspeó la garganta ya más calmado; ésa mujer con esa voz dulce y maternal lo consiguió.

-Verá, ayer cuando estuvieron en la exposición, ésta señora de aquí _Le dijo señalando a Etel, cosa que la directora lo vio muy infantil y no pudo disimular una pequeña sonrisa - le dio una bofetada a un chico, cosa que me pareció ilógica, luego quise verle hoy, vengo con unos regalos, uno en especial para ése nene y me encuentro a ésta señora castigándolo con un cinturón ¡Por Dios, que es un niño con 13 años!

-Cálmese, por favor…

-Y cómo quiere que me calme?! No me voy a calmar cuando sé que están maltratando al niño.

-A eso quiero llegar, pero si no se calma me temo que no podremos hablar _ Facundo dio una respiración profunda, intentando calmarse - Ya está más calmado? _ Preguntó la mujer y Facundo afirmó con la cabeza – Bien, sé que se siente indignado, yo hace un momento estaba igual. No le  voy a decir que en esta institución no hay castigos físicos porque sí los hay, pero no de esa manera tan violenta. Si un niño se porta mal, se le dan unas nalgadas, siempre con la mano y con fuerza según la proporción del niño y unos minutos en la esquina para que reflexione, pero siempre tengo que estar al tanto cuando se entregue un castigo. Las cuidadoras me lo tienen que informar antes de que ocurran, cosa que ésta vez no sucedió.

-Yo le puedo asegurar que hubieron más veces  - Afirmó el pintor, mirando con enojo a Etel, quien también le devolvió una mirada seria y cargada de resentimiento. Si las miradas mataran, aquellos dos ya hubieran estado muertos desde el día anterior.

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