El Día de la Tragedia

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Noviembre de 1998:

Una tarde de un Lunes, nublado y lleno de personas, saliendo de sus casa a pasear o a comprar algunas cosas para su hogar.

Un pueblo, pequeño, de al menos 4 kilómetros de largo, con alrededor de dos millones de habitantes. Weesy Keil, es la calle donde vive Max Sinclair, y su esposa Monserrat Sinclair. Era una familia prospera, próxima a tener a su hijo, aún no decidían el nombre de su bebé, estaban entre: Adam, Johan, Jeff.

Disponían de pocos recursos, Max, no tenía un trabajo aceptable.
Max siempre pasaba sonriendo a pesar de todo lo que le pasa. Pero un día, su sonrisa se borró un 25 de Noviembre, ese día, algo arrebato su felicidad. Weesy Keil, no solo era una calle, sino, un barrio de delincuentes. Max no puedo hacer nada, más que sentarse en el sillón con un vaso de licor. Su mirada pegada al suelo, su cabello revoltoso, su bastón tirado en el suelo, y su sombrero tirado al frente de la puerta.

Esto no es el comienzo de una historia, tan solo es una parte del origen de este ser, con sed de venganza a quien se atrevió a arrebatar lo que el, más amaba con todo su corazon.

4 De Enero de 1999:

Max se levantaba de su cama, recojio su sombrero y su bastón, y se dispuso a caminar por el barrio, como todas las mañanas. El deseaba algún día, encontrar al asesino quién mató a su esposa y con ella, su hijo.

Fue al cementerio en dónde estaba sepultada, y dijo en voz baja.

-Juro, por ti, que te vengare, pase lo que pasé- Dijo casi llorando.
Se retiró sin antes, haber puesto un ramo de flores en su tumba.

Al mediodía, fue a su casa a cenar. Cuando llegó, tan solo veía una casa vacía, le dolía bastante sentirse solo.

Cuando encendió la tele, solicitaban un trabajador en la planta nuclear de Weesy Keil. Era pequeño, pero el pago mensual era de 250$ cosa que para Max, era una oportunidad. Se alistó y fue a la planta nuclear con todo y currículum.

Cuando llegó, tan solo había 3 personas en la fila, Max era el cuarto.
Al primero de la fila, no lo aceptaron. Y se marchó triste. El siguiente en la fila, desesperado por qué lo aceptaran. No lo contrataron y no se quiso ir hasta que lo acepten pero los guardias lo hecharon.
Al siguiente le dijeron que lo iban a llamar. Era el turno de Max.
Sus manos temblaban, y tenía miedo que no lo aceptaran.
Al final dijeron que lo iban a llamar. El dió las gracias y se fue. Se dió cuenta que la fila seguía de largo, como unas 10 personas, y el solo siguió su camino.

En su camino de regreso a casa, veía niños jugando, personas dialogando, y plantas dando frutos. Cuando llegó a su casa, tenía que despedirse del mundo que lo esperaba.
Fue a su cama y coloco el teléfono a lado suyo, por si lo llamaban.
Intentaba dormir, pero recuerdos de su esposa venía a su mente, querían volverlo loco. Sonó el teléfono, contesto rápido.

-¿Max Sinclair, con quién hablo?- Dijo Max.

-Buenas tardes señor Sinclair, le avisamos que usted está contratado para trabajar en la planta, le pagaremos al mes 240$. Mañana tiene que asistir a las 6:00 de la mañana, y saldrá del trabajo a las 11 de la noche ¿Correcto?- Dijo una voz ronca.

-Si, si, claro, hay estaré, gracias por el trabajo señor- Dijo Max tapándose la boca.

-Bien, no hay de que, lo esperamos, hasta luego.

-Hasta luego- Dijo Max colgando el teléfono y... Al parecer estaba sonriendo.

Ya era de noche, Max no quería llegar tarde, entonces se fue a dormir a las 8 de la noche, puedo su despertador a lado suyo, para poder escucharlo.

El Hombre Del Sombrero De La MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora