TWO GHOSTS.

51 14 5
                                    


Un nuevo día.

A pesar de no poder sacar a Kiara de mi cabeza en toda la noche me sentía descansado y con energía, por lo que me dispuse a levantarme algo más motivado que de costumbre, tiré mi pijama al suelo de mi habitación y agarrando mi toalla en el camino procedí a ducharme.

Unos 10 minutos más tarde ya estaba bañado, vestido y desayunado, por lo que apenas a las 6:30 A.M ya estaba listo para irme a estudiar, algo extraño en mi por cierto, aunque no lo sería tanto teniendo en cuenta la nueva motivación que tenía para ir a la secundaria.

—Me sorprende que te vayas tan temprano. ¿Sucede algo?— Dijo mi madre del otro lado de la cocina. Me quedé en silencio— En fin, ten un buen día—Finalizó agitando su mano de espaldas a mí.


Lleno de motivación salí de mi casa y caminé hacía mi destino con la ilusión de encontrar a mi dulce criatura en el camino, no creo que deba aclarar el hecho de que no sucedio. A pesar de eso mi estado de animo seguía intacto, crucé la entrada  de la secundaria y me dirigí a mi primera clase—Mmm...¿Matemáticas, cierto?—pensé para mis adentros dirigiéndome al salón que quedaba al final del segundo pasillo.

Entré a la clase y me senté justo al lado de mis tres mejores amigos desde que estabamos en octavo grado:


Jacob, un chico moreno, alto y con un cuerpo bien formado. Louis, el más pequeño de los tres y sin duda en el que más podía confiar. Y por último, Harold, ojos verde esmeralda, cabello largo que caía en rizos al final y un carisma innegable, si había alguien a quien admiraba era a él, prácticamente todo lo que sabemos lo aprendimos gracias a él.

Los mismos tres chicos que sin saberlo presenciaron aquel encuentro divino con aquella enigmática chica el día anterior.

—No me hables—Dijo Jacob apartándose de mí y sin hacer mucho contacto visual conmigo. Era obvio que aún estaba molesto por haber interrumpido su ''conversación'' con Kiara.

—Por favor cariño, Perdóname—Dije haciendo un puchero y tratando de captar su atención.—Además, no es mi culpa que ella haya preferido hablar conmigo—Susurré acercándome a él con la única intención de irritarlo, aunque pensándolo bien le debía mucho a Jacob, si él no hubiera estado parado ahí hablando con ella probablemente nunca hubiese encontrado el valor suficiente para acercarme y hablarle.

Así que bien hecho, Jacob.

¿Tienes una idea de lo que me costó encontrar a alguien que me la presentará?—Pude notar algo de enojo y frustración en sus palabras.—Como para que llegaras tú y en dos segundos acapararas toda la escena—Si, justo eso hice.—Te odio y juro que te voy a cobrar esta—Dijo en tono de amenaza, aunque en el fondo sabía que bromeaba.

Justo cuando me disponía a contestarle con la broma más pesada e hiriente que se me ocurrió, el maestro de matemáticas entró a la clase y nos dejó a todos en silencio, sacó su computadora del portafolio que llevaba, se sentó en su escritorio y dirigiéndose a la clase, preguntó:

—¿Podrían traer a mi escritorio su tarea, por favor?. —En ese momento lo recordé, tenía una maldita tarea de funciones exponenciales desde hacía un mes y por supuesto, no la hice.

Transcurrió el tiempo de la clase con normalidad al igual que el resto del día y el deseo de toparme mágicamente con Kiara en algún pasillo o en la cafetería se hacía cada vez más grande, al igual que mi decepción al no verla ni un instante en ningún lado.

Eran ya las 3:00 pm y las clases habían llegado a su fín, caminé derrotado hacía la salida. Toda la motivación con la que había iniciado el día se había desvanecido, seguía caminando, lento hacía mi casa, cuando de repente alguien me tomó del brazo con fuerza.

Me di la vuelta y baje mi mirada para encontrarme con esa hermosa sonrisa, era ella, por quien había estado esperando todo ese día.

—¿Que haces aquí?—Le dije tratando de sonar relajado, aunque por dentro me moría de la emoción.

—Vivo aquí cerca. ¿Sabes?—Tiene lógica supongo.— Te vi a lo lejos y decidí acercarme a saludar— Decía mientras se abría paso para tomarme de la mano.


Morí un poco al sentir el agarre de su mano en la mía.



—¿Y tú que haces por acá?— Está vez fue ella quien se dirigió a mí.

—También vivo por acá— Le dije señalando la entrada a un residencial que se encontraba a unos cien metros de nosotros.

—No lo puedo creer. ¡Somos vecinos Luke¡—Dijo emocionada, aprentando aún más mi mano. Me detuve a pensar lo extraño que era el hecho de que hasta ayer me enteré de la existencia de esta chica, cuando al parecer a existido en la misma órbita que yo todo este tiempo.

Seguimos caminando hasta llegar al barrio residencial donde aparentemente ambos vivíamos. Al llegar a mi casa nos detuvimos, busqué entre mis bolsillos las llaves cuando otra vez fui interrumpido. Ahora ella sostenía mis dos manos y estabamos demasiado cerca uno del otro.

Esta chica no sabe lo que es el espacio personal y eso por alguna razón me encanta.

—Sabes, estaba pensando que ya que vivimos cerca podríamos irnos juntos a estudiar en las mañanas. ¿Te parece?—Decía acercándose más y más, con un tono que según ella era inocente, pero que tenía el efecto totalmente contrario en mi.

—S-si, estaría bien— Contesté hecho un manojo de nervios y desconcertado por el hecho de que su cuerpo me enviaba mensajes completamente opuestos a los que me daban sus palabras.

—Está bien, te veo mañana— Susurró en mi oído para luego dar un húmedo beso más cerca de mis labios que de mi mejilla. Me dejó paralizado al mismo tiempo que ella se giraba y se iba camino hacía su casa.

—Eres lindo, Luke. ¿Lo sabías?— Dijo fuerte aún caminando y dandome la espalda.


Por otro lado, yo seguía paralizado, inmóvil de pie frente a mi casa aún procesando lo que ya sabía, que estaba enamorado.

Kiara aquí tienes a tu pendejo.







Ahora en mi mente solo existiríamos ella y yo. Solo Dos Fantasmas nadando en un vaso medio vacío.

CAOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora