17. La "gran muralla" de carne y hueso.

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Bueno, de esta no me escapo por lo que veo. Me he sentado otra vez en el sofá, a una distancia prudente de Diego mientras intentaba mirarla a los ojos sin mostrarme intimidada pero creo que no funciona. 

Miré a Diego a la cara una vez más, preocupada por cómo lo vería mami, pero me llevé una sorpresa. Hasta ahora no me había dado cuenta de que no llevaba ningún piercing. ¿Será que estaba preparado para esta situación? Porque si mi madre le viera con ellos no tardaría en despacharlo de la casa. Bueno, de todas formas ¡es muy oportuno!

─¿Y bien?

─Bueno mami, verás... él es un amigo mío llamado Diego, bueno, eso ya lo dije, y para que no existan desconfianzas entre nosotras he decidido presentartelo. Ya conoces a mis amigas de la escuela así que, ya sabes... eso.

─Ah, ya veo ─su cara de escepticismo es aterradora, se nota que no me cree─. Y tú muchacho ¿qué me tienes para decir?

─Buenas tardes, señora. Mi nombre, aunque ella ya lo dijo, es Diego Torres.

─Diana Martinez ─dijo suavizando su voz y estrechándole la mano, ¿y ahora qué?─.

─Bueno, señora. Sabe, me gustaría pedirle permiso si puede permitir que Amy salga a comer un helado conmigo mañana.

Mientras hablaba, él también la miraba al rostro, y parece haber disipado un poco su mente porque se veía calmado. ¿Técnicas? No lo sé, pero espero que funcione.

─Entiendo, ¿Y habrán otras personas?

─Por el momento no.

─Ya veo. Amy, puedes irte al trabajo, yo quiero hablar un poco contigo muchacho. ¿Ya le brindaste algo niña?

─Si, galletas y jugo.

─Ah bien. 

─Entonces ¿me voy?

─Si. Se te hará tarde.

─No pensaste eso hace diez minutos ─mascullé entre dientes para que no me oyera─. Nos vemos luego Diego.

Salí de la casa y respiré el aire como si mis pulmones no hubieran recibido el aire en años. Bueno, Diego, no quería dejarte solo con esto pero no me queda de otra.

...

─¿Y qué pasó? ─le pregunté cuando fue a la cafetería después de salir de mi casa─.

─¿Alguna vez te han dicho que tu madre es aterradora?

─No, no necesito que me lo digan para saberlo. Ella es la gran muralla de carne y hueso. ¿Qué te dijo?

─Bueno, no podría decirte mucho, solo que parece que ella quiere saber quien soy, y no se refiere al nombre. Así que tendría que ir más a tu casa. ¡Pero tenemos el permiso!

─¡Amy! Dos cafés y una tostada a aquella mesa.

─¡Ya voy! Esperame tantito.

Terminé de prisa para seguir la conversación. 

─Oye, y al final ¿no vives lejos? ¿Cómo le harás para venir a mi casa seguido?

─Ah, no te había dicho. Como voy a comenzar la universidad cerca de aquí voy a pasarme el semestre con mis tíos.

Universidad... ¡¿Khe?!

Eso, eso, ¡¿khe?! A nosotras nos falta un año.

No sabía que ibas a la universidad. ¿Cuántos años tienes?

Aquí no existe principe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora