3•Adore you.

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Sam y Harry corren por las rocas húmedas besadas anteriormente por el mar. Sus risas perdiéndose con el viento.

—¡Allá!—. Samantha emocionada grita, señalando la entrada de una cueva a unos cuantos metros más allá.

Harry temeroso le sonríe y asiente, realmente esta idea fue de la chiquilla osada.

—¿No crees que es algo peligroso?—. Harry mira el agua subir por las piedras.

Sam niega y sigue avanzando, sube a una roca muy ágilmente y cierra los ojos, se los permite abrir para admirar el horizonte.

Harry por el contrario le cuesta subir así que decide buscar la forma de poder llegar a dónde está su amiga.

Se trepa y llega al borde de la roca, sentándose, intentando no mirar hacia bajo. Le teme un poco a las alturas.

Harry se pone de pie y camina mirando el cabello suelto de Samantha siendo revuelto por el viento. La niña gira y le sonríe mostrándole esos magníficos hoyuelos que a él tanto le gustan.

—¿No es hermoso?—. Sam le pregunta y él asiente. Mirando el mar y luego a ella.

Ella realmente es hermosa.

A los 15 años Harry sintió que estaba enamorado de la niña más osada del pueblo. A sus ojos, su piel marrón y ojos verdes la hacían especial a todas las niñas de la bahía.

—Es realmente hermoso—. Susurra y Samantha le enseña el dedo pulgar en aprobación.

Si fuera por Harry el no estaría haciendo estas cosas, quizás estaría en su habitación o jugando con los demás chicos.

—Harry ven, ya estamos aquí, solo debemos bajar y ahí está tu regalo—. Su joven amiga le acaricia aquellos rulos que él tanto detesta.

Samantha le prometió un regalo por su cumpleaños número 15. Él simplemente espera que no sea algo tétrico que venga del fondo del mar.

También se aconseja caminar y dejar de leer tanto a Lovecraft.

Harry y Samantha tomados de la mano cruzan un hilo de rocas y llegan a la boca de la cueva.

—Esperame aquí Edward—. Le advirtió y entró rápidamente dejando a Harry sólo.

Harry pensaba en que podía darle a Sam que use siempre y que también le guste.

Mientras estaba sentado esperando a Sam y su regalo, Harry se cuestionaba como ella quiso ser amiga de él.

Harry es bastante nuevo en el pueblo y a decir verdad, también algo tímido para su edad.

Cada que escuchaba la voz de Samantha gritar desde fuera de su casa para ir a una nueva aventura, él ya estaba preparado con anticipación. Simplemente esperaba el llamado de su amiga.

—¡Ya lo tengo, cierra los ojos!—. La voz que tanto adoraba escuchar lo sorprendió.

Harry asintió y cerró los ojos sin dudar—¿Qué es?.

La risa de Sam, bastante infantil y adecuada para alguien de 14 años se reproducía constantemente en la cabeza de nuestro joven protagonista.

—Estira las manos Harry.

—¡Pero dime!—. Harry con las manos extendidas se quejó.

Abrió los ojos al sentir algo húmedo entre sus dedos y se sorprendió al ver qué se trataba de un pez en una bolsa con agua de mar.

—Vine sola en la mañana y lo vi, se veía realmente grandioso nadando así que decidí que sería tuyo, obvio tendremos que darle una casa más apropiada Harry—. Esta se inclinó y comenzó a saludar a la nueva mascota de su amigo.

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