6•Falling.

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Harry le devuelve el cuaderno que ya llenó en menos de dos meses a su sicóloga, sintiendo su mirada sobre él.

No ha dormido bien en los últimos meses y ya las pastillas no lo ayudan. Está demás decir que su condición física es deplorable.

—¿Y bien Harry?—. Mónica saca un lápiz para seguir escribiendo sobre Harry. Su paciente más difícil, su paciente con depresión.

Harry se encoje de hombros y le deja sobre su escritorio sus pastilleros vacíos.

—Ya no tengo—. Es lo único que logra decir y se abriga con su chaleco azul.

Su sicóloga escribe sobre su informe y se levanta para ir en busca de más somníferos y antidepresivos.

Sabe que Harry no a avanzado en estos meses y que lo mantiene aún aquí por las pastillas. Mónica aún mantiene la esperanza de que él mejore.

Harry recibe las pastillas y se va con rapidez de esa oficina con olor a aerosol que le hace tener náuseas.

Mónica guarda el cuaderno dentro del cajón que le pertenece a Harry y decide no leerlo, cree que necesita el permiso de su paciente para invadir su privacidad. Le tomó un cariño especial.

Harry sale con el cuerpo temblando por el sonido achacoso de la calle. Se acostumbró al silencio inminente de su departamento.

Hoy es 6 de Septiembre, cumpleaños de Agnes, su pequeño hijo.

Corre para tomar un taxi e ingresa sin hablar más que para dar su dirección.

En la radio suena una canción de los Beegees; How deep is your love?, y Harry siente una presión en su estómago, aquella canción la escuchaba cada tarde mientras se encontraba recostado acariciando el prominente estómago de su ex esposa.

—Listo—. El taxista cobra y Harry sale apurado con las manos temblorosas, siente que se ahoga en sus recuerdos.

Saca sus llaves para abrir la puerta de su departamento y los dedos le juegan una mala pasada y se le cae las llaves a causa de sus dedos tiritantes.

—¡Mierda!—. Se queja y sr agacha para recojer y ve un sobre mostaza a medio ingresar en su puerta.

Abre y toma el gran sobre, pensando en que quizás es su pago por trabajar desde casa.

Cierra la puerta con su pie y se sienta en el banquito de su diminuta cocina, en silencio abre y le toma unos segundos darse cuenta de que se trata.

Una fotografía de su hijo, junto a Mónica y su nueva pareja, tras la foto está escrito con una letra muy desordenada, lo mucho que el niño quiere a Harry. La letra de su pequeño diciéndole que lo quiere mucho.

Harry aprieta contra su pecho aquella fotografía y lanza el sobre al suelo, se dirige a su cama y se recuesta aferrándose a aquella fotografía.

—Mi niño...—. Hipa mientras cierra los ojos con fuerza, deseando tener a su hijo entre sus brazos y llenarlo de cosquillas.

Mónica decidió dejar a Harry ya que sentía que él no estaba dando lo suficiente para su relación y familia, no negaba que como padre era maravilloso, pero ya la mayoría del tiempo se dedicaba a su trabajo y no a quiénes ella consideraba, debería.

Las discusiones comenzaron y Harry con Mónica cada vez se toleraban menos. Su ex esposa estaba conociendo a Thomas así que le pidió el divorcio a Harry.

Como era de esperarse este se negó rotundamente y comenzó a hacer trabajos desde su hogar, también haciéndose cargo de su casa en la ausencia de su esposa, iba en las tardes a buscar a Agnes y la pasaba él a su lado mientras su padre trabajaba incesantemente. Pero en las noches se ahogaba en alcohol a causa de la desesperación y frustración de saber que su esposa tenía a otro hombre. Por supuesto él no fue un santo, pero dejó aquella mujer apenas supo que Mónica tendría un hijo.

Mónica decidió no seguir más con Harry y puso una denuncia en su contra, haciendo que este perdiera la custodia de su hijo sin obtener mucha ayuda. Ella se fue y junto a sus maletas y sus hijos, también el amor propio y esperanzas de Harry.

Su intento de suicidio fue que lo llevó a que estuviera internado, mientras era visitado por su sicóloga.

Harry se tiró con su auto al lago del parque frente a su casa, no pudo salir y tampoco lo intentó, pero gracias a la cantidad de gente que estaba en ese lugar, fue sacado y llevado a la clínica.

Harry nunca volvió a ser el mismo desde la partida de las única personas por las cuales daba su vida.

Abre los ojos y se sienta al borde de su gran cama, admirandola y sintiéndose tan solo y sientiendo repudio a él mismo.

Se arrodilla y saca la pequeña maleta que su esposa dejó de pura casulidad, dónde se encontraba alguna de sus prendas y múltiples fotos del nacimiento de Agnes y su matrimonio.

Harry sintiéndose peor, tomó todas aquellas fotos y las tiró sobre su cama, lanzandoce luego él. Cerrando los ojos e imaginando que nada de esto sucedió alguna vez. Que no tuvo nunca depresión y que su esposa y muchacho siguen junto a él.

Sabe que su ex familia está feliz y sigue su vida sin él.

Y también sabe que nunca dejará de odiarse por causar aquello.

“I'm falling again”.

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