•Dᴇsᴛʀᴜʏᴇ Nᴜᴇsᴛʀᴏs Mɪᴇᴅᴏs•

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Apago la alarma que me había puesto a las dos menos cuarto para bajar a por la camisa de Hugo; confío en que con quince minutos la secadora haya tenido suficiente como para secarla, antes de que se haya parado en algún por culpa del cable torcido, sino, tendrá que ir a la universidad con la camisa medio mojada.

- ¿Nos vamos ya? - Bosteza mirando la habitación un tanto extrañado.

Al quedarse dormido, esperaría levantarse en su cama y en su casa, más que nada por no estar acostumbrado a dormir aquí, y sin embargo, ahí está mí chico: en mí casa, y en mí cama.

- No. - Me acerco a él, reposo la mano en su pecho, eleva lo justo la cabeza para que podamos darnos un beso y con la mano libre le hago el pelo. - Aún queda una hora para salir de casa. - Sonríe y se despereza extendiendo los brazos y las piernas emitiendo sonidos adormilados entrañables. - Y no hemos comido nada, ¿quieres irte a trabajar sin comer? - Vuelve a bostezar.

- He tenido suficiente contigo. - Me da un beso levantándose.

- Maria, la camisa ya está.

- ¿Seguro? - Agarro su paquete por encima de la sábana de algodón mientras mi madre irrumpe en la habitación.

Hugo jadea al apretarlo cuando he ve visto a mi madre y le tapo la boca ahogando el gemido. Siento como me pasa los nervios que hay en su cuerpo a través de mí mano, y sus hombros se tensan consiguiendo que mi cuerpo se llene de nudos.

Dios... que no haya visto mi mano ni escuchado a Hugo...

La miro frotándome los labios y todo indica a qué sí lo ha visto todo: la camisa está en el suelo, al igual que su mandíbula, y no ha parpadeado sin quitarle el ojo de encima a Hugo en todo el rato que llevo mirándola.

Miro a Hugo por el rabillo del ojo.

Tiene los ojos cerrados con fuerza y la tensión en su rostro aumenta con cada segundo que pasa.

El que esté desnudo tapado con la sabana hasta la mitad de su cuerpo, no ayuda mucho en la situación, todo lo contrario, mi madre pensará peor de él, y es algo que cuanto antes le quite de la cabeza y le haga ver que no es así en absoluto, mejor. Menos mal que he sido yo quién le ha tirado mano, y doy gracias por ir completamente vestida, no arreglada para ir a clase, pero vestida: llevo el pijama de Mickey.

- Gracias mamá, ahora bajamos. - Asiente sin apartar la mirada del cuerpo desnudo de Hugo, concretamente dónde tenía la mano colocada.

Más bien lo que estaba cogiendo con ella.

- Vale. - Tartamudea a la fuerza.

Salgo tras de ella, cierro la puerta detrás de mí y me mira perpleja.

- Debo acostumbrarme. - Sigue sin parpadear y yo estoy flipando cada vez más. - Debo acostumbrarme. - Se repite a sí misma.

- Mamá, si quieres nos podemos ir a comer a la cafetería de la universidad. - Coge mis manos y suspira.

- No quiero que os vayáis a ningún lado. - Mira detrás de mí, alza un poco los ojos y sé en ese momento que Hugo está ahí, detrás de mí. - Tengo la comida casi hecha. - Trata de sonreír y apenas se atreve a mirarnos a la cara.

Aprieto sus manos agradeciéndole el gran esfuerzo que está haciendo.

- ¿Te ayudamos en algo, Jean? - Se ofrece Hugo.

- No, no, tranquilos. - Alterna la mirada entre los dos.

Está pasando más vergüenza la pobre.

- Está todo preparado, sólo queda la comida, en unos veinte minutos estará. - Nos informa.

El Buen Profesor © [Profesor vol. 1] |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora