Capítulo 1

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MARINETTE

—Vamos bogaboo, tienes que admitir que este gatito tiene garras filosas.

Coloco los ojos en blanco.

Si algo he aprendido de Chat Noir, es que no duda en presumir sus logros apenas los obtiene. Sí, es cierto que hoy actuó especialmente bien, pero es lo que yo siempre hago y no me regocijo de ello a penas veo la oportunidad.

—Ya puedes pedir tu medalla de oro si lo deseas —no oculto el sarcasmo en mi voz.

—Cuento con ella —me guiña el ojo.

Mis aretes comienzan a vibrar. Será mejor idea que vuelva a casa, mañana es el primer día de escuela y si no descanso lo suficiente no tendré energía para las clases de apertura. El primer día de clases siempre es el mejor, no está lleno de responsabilidades, sino que es un día de reconocimiento a los nuevos alumnos, a los maestros, a la escuela y a lo que estudiaremos durante del año. Tengo la suerte de contar con personas que sé que me darán un mejor ambiente y quizá sea una buena oportunidad para pasar algo de tiempo con Adrien. Ha estado deprimido por el aniversario de la desaparición de su madre, pero estoy segura de que mañana podremos aprovechar para hacer algo especial y subirle un poco el ánimo.

—Tengo que irme, buen trabajo gatito —lo conozco lo suficiente para saber que es mejor seguirle el juego, él disfruta de molestarme.

Dejo que mi yoyo me permita volar por las calles de Paris. Suelo perderme en miente en el momento en el que creo laberintos que me lleven a un lugar seguro para destransformarme. He aprendido a ser desconfiada con los transeúntes, así que gozo de un veloz recorrido con caminos sin un patrón lógico hasta que finalmente me siento segura para detenerme. Siempre que puedo aterrizo en mi casa, pero si mi sexto sentido me advierte de una mirada inusual sobre mí, entonces tomo otro camino que pueda resultar confuso para cualquiera que me esté observando. Mi recompensa ante esa estrategia obligatoria es el sentir el viento en mi rostro, siempre es agradable, incluso en las frías temperaturas de invierno. Al menos como Ladybug no siento ni el frío ni el calor de la misma manera, es una ventaja que me gusta aprovechar.

—Tikki, motas fuera —digo apenas me encuentro agachada en mi balcón.

—Creo que sería buena idea el no dejar que los niños vean películas de terror hechas para adultos. Es incluso peor para los padres que para ellos —dice Tikki mientras bajo las escaleras hacia mi habitación.

Me rio.

—Y que lo digas.

Un bostezo se escapa de mi boca.

Ha sido un día agotador, sin contar la cantidad de insinuaciones que han venido de la boca de Chat Noir debido a la naturaleza del akuma al que nos enfrentábamos. Lo quiero mucho, pero es desesperante la forma en la que le cuesta entender que mis intereses están lejos de mantener una relación amorosa con él. No es el primer chico que me ha agobiado con ello, para mi fastidio, muchos encuentran mi actitud amable como un intento de coquetear con ellos. Al menos sé que lo de Chat Noir va mucho más allá de ello; él me quiere sin esperar nada a cambio, y valoro la sinceridad de su amor, pero me hace sentir presionada a corresponderle. Llega un punto en el que las bromas ya no puedo tomármelas como tal.

—Duérmete, Marinette —Tikki interrumpe mis pensamientos. Me ha dejado el pijama sobre la cama mientras me encontraba perdida en mi mente.

Sonrío. No cambiaría el tener a Tikki por nada en el mundo.

~~~

—Estan deliciosos, Marinette. ¡Adrien los va a amar! —dice Alya, aún con la boca llena.

Me sonrojo. Los hice especialmente para él. No quiero que esté deprimido. La comida y la ropa son mi mejor manera de expresarle mi cariño a alguien. Quizá si permite que sus papilas gustativas se concentren hasta el más delicado de los sabores, muy en el fondo podrá enterarse de lo que siento yo por él. Siempre se lo he dicho, pero él no ha sabido escuchar. Él sólo escucha con los oídos.

Empty Charm [Marigami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora