Capítulo 7.

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Kihyun cumplía una semana trabajando en la cárcel. Era poco tiempo, pero ya había pasado por muchísimas situaciones extrañas y nuevas para él. Entró al vestidor y apenas lo vió a Wonho, lo abrazó.

—¿Qué te sucede? – Preguntó este, mientras lo rodeaba con sus grandes brazos.
—Nada – Respondió al separarse, y sonrió.
—¿Por qué estás tan feliz en una cárcel?
—Porque hoy es un gran día, lo presiento.

Wonho se rió por la efusividad que el menor contenía. Ambos salieron ya vestidos con sus correspondientes uniformes, y se dirigieron a sus zonas de guardia. A Kihyun le tocaba la galería, en el segundo piso. Por ahora, su plan estaba saliendo perfectamente. No quería encontrarse con Hyunwoo todavía, tenía que esperar a más tarde. Caminaba por todo el segundo piso, observando que no hubieran disturbios ni problemas. Cuando llegó a las primeras celdas, se detuvo.

Oía un llanto desconsolado que provenía de la celda 8B. Dió unos cuantos pasos más, intentando ignorar la situación pero no pudo. Entró a la celda cuidadosamente, ya que no sabía con lo que se iba a encontrar. Dirigió su mirada hacia donde se escuchaban los sollozos: la litera superior. Un delgado pero alto prisionero abrazaba sus rodillas, escondiendo su rostro entre ellas.

—Hola – Saludó Kihyun. El peliblanco se sobresaltó. Cuando vió que se trataba de un oficial, se limpió las lágrimas y bajó de la litera.
—¿Ya es día de revisión? – Preguntó, con la voz quebrada por el llanto.
—Sólo quería ver si estabas bien, te escuché llorar desde afuera.
—No creo que a un policía le importe lo que le sucede a un simple prisionero.

Kihyun poco a poco se fue acercando, hasta que pudo leer su nombre en su uniforme: Lee Minhyuk. —¿Alguien te ha hecho daño?

El delgado asintió y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez. El oficial lo observó de arriba a abajo, buscando alguna herida.

—No es daño físico – Aclaró el presidiario.
—Entonces, ¿qué es?

Lee Minhyuk se sentó en el suelo.
—Estoy enamorado de un hombre.

Kihyun asintió, entendiendo lo que estaba pasando. —¿Y qué sucede con eso?

—Él lo sabe, se lo he dicho muchas veces. Pero es como si habláramos diferentes idiomas o como si yo fuera mudo. No demuestra interés en lo que yo siento.

Su voz se volvió a quebrar, y un par de lágrimas salieron de sus ojos. El oficial suspiró, y observó hacia la entrada de la celda. Luego, se acercó y se sentó en el suelo, al lado Minhyuk.

—Lamento escuchar eso
—¿Por qué no me quiere?¿Acaso tan malo soy?

El pelinegro guardó silencio. No lo conocía lo suficiente como para decir algo.

—Sé que soy un desastre, pero yo lo amo con todo mi corazón, doy todo por él. Pero sólo me trata como si fuera una puta.

Kihyun apenas podía entender lo que decía entre tantos sollozos. Acarició la espalda de Minhyuk, hasta que su llanto cesó.

—Creo que lo más doloroso es tener que verlo todos los días por aquí.
—¿Es un prisionero? – Preguntó con sorpresa. No había pensado en esa posibilidad.
—Sí, lamentablemente – Exclamó el peliblanco, y volvió a abrazar sus rodillas.

—Bien, yo debo irme – Kihyun se levantó, unos minutos más tarde.
—Gracias por preocuparte, al menos sé que alguien lo hace.

La sonrisa triste que el delgado dió causó algo en Kihyun. —Si necesitas alguien para hablar, puedes buscarme.

Minhyuk asintió y le regaló una pequeña sonrisa que mostraba una chispa de alegría. El oficial salió de la celda y siguió con la guardia.

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