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Abrí los ojos pero no podía ver nada aún, al parecer habían cubierto mi cabeza con un saco, eso sí, me llevaban a algún lugar pues bajábamos unas escaleras de forma de caracol, percibía como dábamos vueltas descendiendo cada vez mas, intenté moverme pero me dí cuenta que mis manos estaban amarradas con una soga, lo sentí por la fricción, cuando intenté hablar me dí cuenta que mis labios no podían abrirse debido a una cinta colocada en ellos, ¿y ahora que es lo iba a pasar conmigo?.

Escuché como se abrió una puerta, me empujaron levemente y sentí como me colocaban en una silla,  posteriormente me quitaron el saco que cubría mis ojos, había mucha luz y mis ojos estaban cegados por el cambio de iluminación, veía solo siluetas pero si, una de ellas estoy seguro que era del padre Sebastián.

—Vaya, despertaste antes de lo que pensé —dijo mientras me colocaba una especie de uniforme negro en mi regazo—. ¿Te sientes bien?

—Si padre —respondí—. Pero, no entiendo por qué me trajeron a éste lugar de la forma en que lo hicieron. ¿No había una forma mas normal? ¿Y qué es ésto que me ha entregado?

—Misteriosos son los caminos del señor hija mía, ya en su debido tiempo lo entenderás, eso que te he dejado ahí, será tu uniforme de chauffeur, al señor Gattuso le gusta que incluso la persona que conduzca su vehículo, porte la clase que a él le gusta mostrar en su peregrinar a través de la ciudad, fuiste bendecida al ser elegida, no desperdicies ésta oportunidad.

—Habla de él como si fuese una especie de santo o algo así —le dije—. Un mafioso manipulador si me lo permite decir.

En ese momento se dirigió mas cerca de mí y puso su mano sobre mi hombro.

—Con el tiempo entenderás que él no es como tu piensas y que tu vida bajo su liderazgo cambiará para siempre, ésta iglesia ya no existiría de no ser por sus generosas donaciones y muchos huérfanos estarían en las calles —me dió unas palmadas en el hombro y volvió a la distancia a la que estaba en un principio—. Date prisa y ponte ésa ropa, a tu izquierda está el baño, el señor Gattuso espera.

Procedí entonces a irme a cambiar, me puse esos pantalones y ese chaleco ajustados, de alguna forma debieron saber mi talla porque me quedaban a la medida, seguido me coloqué las botas y los guantes, para finalizar me puse el característico sombrero  de chauffeur, me miré al espejo y por alguna razón por primera vez, después de años y años de verme en el espejo y solo verme cada vez peor, ésta vez, me veía...como una persona normal.

Tras haber terminado de vestirme, salí y frente a mí había una pequeña mesa, en la mesa había una pequeña daga, una pistola y un libro con nombres escritos con sangre, levanté la vista y el padre asintió al verme.

—Te ves muy bien Trish, ahora déjame explicarte, lo que vas a hacer es un pacto de sangre en el libro de la familia, usarás la daga y te pincharas el dedo, posteriormente dirás el juramento escrito en la página que antecede al lugar donde pondrás tu firma —me lo dijo como si fuese un pequeño sermón, no era algo a lo que estuviese acostumbrada—. Adelante estás a punto de dar un paso importante en tu vida.

Pinché mi dedo con la daga, la sangre de mi dedo índice recorrió rápidamente los bordes de la misma, empecé a leer lo que venía escrito al tiempo que anotaba mi nombre junto al de los demás; Si en la vida cometo un error, no me juzgarán mis hermanos, lo haré yo mismo, tomo ésta daga y ésta pistola, si veo una traición ésta daga será su perdición, si yo cometo la traición la última bala  de ésta pistola será mi ejecutor, si alguien me pregunta ¿de quién eres hijo? habré de responder que mi padre es el sol y mi madre la luna.

—Está hecho entonces —dijo orgulloso—. Ahora que has llegado a éste punto, permíteme decirte el porqué tuve que sedarte al salir del reclusorio, verás, los enemigos del señor Gattuso están por todos lados y era mas sencillo demostrar un secuestro que un reclutamiento, así que al llevarte de ésa forma ellos ya descartaron  que al menos estés viva, tu imagen ahora ha cambiado y no te reconocerán, porque tú manejarás un bajo perfil, serás la sombra del señor Gattuso, estarás siempre lista para protegerlo, incluso si tu vida dependiése de ello, prueba tu lealtad.

Una vez que terminó de decirme eso caminé junto a el a través de las habitaciones de la iglesia, en una de ellas pude observar a un grupo de mujeres desnudas manipulando y empaquetando cocaína, quise suponer que ése fue el favor que Gattuso pidió a cambio a la iglesia para darles financiamiento y apoyo, ¿Quién sospecharía que en una iglesia se fabricarían las drogas que alimentan a la ciudad?

Me entregó mientras caminábamos mis documentos de identidad, licencia de conducir y demás artículos de identificación, era increíble la forma en que éste grupo lograba obtener tantas cosas con sus contactos.

Al salir pude ver una limusina color blanca, cuando abrí la puerta pude ver como los cristales oscuros eran muy gruesos, lo cual de inmediato me dió a entender que era blindada, me subí al vehículo y al momento de encederlo, una pantalla se encendió en el tablero indicando por GPS mi posición y la de mi destino, junto al tablero estaba un teléfono que al parecer tenía comunicación con el asiento del pasajero, lo que dividía mi asiento del resto del vehículo, era un cristal corredizo que según la necesidad del pasajero podía o no verse a través de él.

Tras acostumbrarme a los gadgets del vehículo emprendí camino hacia el destino que me marcaba el GPS, las puertas del patio de la iglesia se abrieron al tiempo que la monja que las abría me hacía desde su distancia, la expresión con las manos de darme su bendición, que poderosa me sentía en esa máquina, el motor ronroneaba como un gato y se sentía tan ligero a pesar de los 1500 kilos de peso que cargaba.

Divisé en el camino un gran jardín, justo en la entrada principal dos vehículos negros con hombres en ellos custodiaban la entrada, al acercarme de inmediato se me acercó uno de ellos, al caminar hacia mí podía ver entre sus ropas una pistola asomándose bajo su brazo derecho.

—¿Quién es y qué viene a hacer aquí? Ésta es propiedad privada.

—Lo sé — respondí—. Soy la nueva chauffeur del señor Gattuso, Trish Stratus.

El tipo mal encarado me pidió la identificación, le mostré mi cédula de identidad, a lo que él negó con la cabeza.

—¿De quién eres hija? — me preguntó de manera intrigante.

—Del sol y de la luna.

Inmediatamente después del término de mis palabras dió una señal al resto y me abrieron el paso, mientras atravesaba el enorme jardín, escaladamente había mas vehículos que desde su interior me miraban sus ocupantes, después de eso al fin pude llegar a la entrada principal de la mansión, una casa blanca de tejados rojos y con columnas de mármol que engalanaban la entrada principal.

Bajé el cristal del auto, el aire acondicionado era bueno pero necesitaba aire fresco, en ese momento sentí un filo delgado en mi nuca.

—Espero que no te equivoques gatita, yo siempre tendré afilada la daga para enterrarla en tu cuello cuando el señor Gattuso me lo ordene.

Sin voltear a verlo y sabiendo que esa voz raspada era de Cobra sólo sonreí.

—Deberías usarla para castrarte y hacerle un favor al mundo y no dejar engendros como tú.

Apenas sentí que su furia le impulsaba a presionar la daga en mi nuca cuando la puerta principal se abrió y de ella salió Gattuso. En ese instante la sensación de la daga desapareció.

GattusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora