El puente

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Érase una vez dos pueblos. Iguales en sus pensamientos, iguales en sus formas de ser, iguales en sus formas de vivir... iguales. Entre estos pueblos había un valle muy profundo, muy peligroso, con caminos engañosos y animales salvajes. Para que los pueblos se pudieran juntar y encontrar se había construido un puente fuerte y grande que los conectaba el uno al otro. La gente de los pueblos solía cruzar a menudo para visitar a los otros, hasta hacían fiestas encima del puente de vez en cuando. Todos se querían y gozaban de la buena amistad que les había brindado el puente.

Pero, después de unas décadas, plantas empezaron a crecer en el puente. Sus raíces se metieron entre los ladrillos y cada vez se volvió más peligroso cruzarlo. Nadie había considerado restaurar el puente para volverlo a su estado inicial.

Por eso, la gente de los pueblos usó el puente cada vez menos. Se quedó cada uno en su lado y así siguieron su vida alejado de los otros. Ya no había fiestas de amistad. Ya no había encuentros de felicidad entre los pueblos.

De un lado se veía cuando se hacía fiesta en el otro, y viceversa. A veces, si la dirección del viento era favorable, se escuchaban risas. O gritos. Llantos. O silencio. Empezaron a hablar sobre los otros como si fueran extraños. Porque en eso se habían transformado.

Y así empezaron los rumores.
Y así empezó la envidia.
Y así vino el odio.

Por el puente ya no se podía cruzar porque era peligroso. Cualquier paso podría significar la muerte por derrumbes. Y por debajo había cosas mucho peores y desconocidas.

Y así los pueblos se alejaron sin siquiera moverse.

Hasta que un día nació una niña valiente y curiosa que quería saber si todo lo que se decía sobre el otro lado era verdad. Todos le dijeron que no iba a poder ir a averiguarlo, porque iba a morir cayéndose del puente, devorada por los animales que vivían abajo en el valle o asesinada por la gente en el otro pueblo que odiaba a la gente de este (o eso pensaban). A la niña no le importó. Preparó una mochila con comida y una manta y comenzó a bajar al valle para cruzarlo.

El puente, el valle y el caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora