•
Ay, erupción, que mucho ardes y que mucho avivas.
•VI. Analgésico.
Quizá lo que más me aterró, fue no encontrar expresión en su semblante.
Estaba sintiendo miedo, sentía el hielo corroyéndome las venas hasta volverme presa a la quietud. No podía apartar mi vista de él, y mientras más le veía, más aire hacía falta en mis pulmones. Ya sabía que regresarle la vida a su rostro era tarea difícil, pero la inmunidad y el silencio que me estaba ofreciendo ahora mismo punzaban pánico en mí.
—Cena a las ocho —espetó, interrumpiendo los balbuceos que comenzaba a formular—. Sin él.
Quise reír. Este amargo sentimiento que me causaba era nuevo, y no quería salir de él; me hacía sentir viva.
Unas horas antes de que Len llegara a la casa, había recibido un mensaje durante mi tercera clase. Se trataba del mismo chico que llevaba viendo durante los últimos días, y me proponía encontrarnos una vez más. Aún faltaban unos quince minutos para finalizar la clase, pero con el aburrimiento empoderándose de mí, y aquel deseo ardiente por aniquilar esta asfixiante rutina, me levanté de mi asiento en gesto brusco, tomé mis pertenencias y me largué de allí en dirección a la azotea, directo a nuestro punto de encuentro.
Para cuando llegué, el pelirosado ya estaba esperándome. Estaba sentado, con su espalda recargada en la pared y su rostro de perfil observando el cielo nublado que nos acaparaba. No había reparado en mi presencia puesto a que cargaba con los cascos de siempre, ensimismado en la alborotosa música que ya había descubierto le gustaba. Prefería los hombres así, que con tan solo una mirada podías descifrarle. Su transparencia facilitaba mucho las cosas, porque yo no desesperaba al mirarle y tampoco me ahogaba en incertidumbres. No debí conocerle demasiado para saber que, al igual que yo, era un infeliz sobreviviendo en un mundo incapaz de comprenderle, incapaz de siquiera notarlo. Y es que la miseria se dibujaba sola en sus pupilas, porque navegaban perdidas en busca de paraísos ficticios. Después de todo, eran las nubes negras las que nos rodeaban en plena primavera, y así sería por el resto del año.
—Bu —dije a la par que retiraba sus auriculares. El levantó la vista con sorpresa y sonrió al toparse conmigo—. ¿Qué escuchabas? —pregunté al sentarme a su lado.
—Lo de siempre —comentó mientras acomodaba los cascos en su cuello—. ¿Qué tal las clases?
—Tan jodidas como siempre. Me he aliviado al ver tu mensaje, fuiste mi escape —respondí, cerrando mis ojos y recostando mi cabeza en la gélida pared. Pude escuchar su sonrisa, que era suave y dulce, y su mano cayó sobre mi rodilla segundos después.
Permanecimos en silencio durante un corto rato. Yo seguía con mis ojos cerrados y la música proveniente de sus auriculares podía escucharse bajamente. Era fácil estar con él; no me sentía obligada a hablar, no creaba nudos en mi cabeza y cuando quisiera distraerme de mi realidad, ahí estaba él para ofrecerme un perfecto y fugaz olvido. Llegué a cuestionarme si era mi salvación o un simple analgésico más.
ESTÁS LEYENDO
|Enséñame| RiLen
FanfikceLa vida no será muy justa contigo. Te arrebatará tu familia cuando más los necesitas, te distorsionará tu cándida personalidad y te transformará en un ser de rebeldía, con la constante sensación del vacío envenenándote el alma. Te sentirás sola, not...