[15] Len

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Cuando todos tus colores dejes ver, prometo besarlos, juro cuidarlos.

XV

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XV. Whisky.

Rin era idéntica a un globo.

Era esencialmente vacía, y podías verle llenarse, inflarse, recibirlo todo en silencio. Aguantaba más de lo que en su cuerpo cabía y era terriblemente obvio. Su piel se estiraba, temblaba, se desgastaba hasta que absorbía la cantidad más ridícula de aire y, cuando menos lo esperarías, estallaba.

A veces su tamaño variaba. A veces era diminuta; bastaban dos soplidos y su aguante no daba para más, y en otros asuntos por más que soplases, Rin parecía tratarse de un globo gigante reacio a reventar.

Hoy había sido enorme, pero la vida le sopló demás.


A las tres de la madrugada había televisor y radio encendido, con un contundente olor a nicotina que guiaba hasta la sala. El agudo sonido de una guitarra electrónica me había despertado y dejado saber que Rin, en un día de semana en el que debía estudiar, se encontraba desvelada, inquieta, con rabia y probablemente una angustia muda. 

Al bajar las escaleras la vi sentada en el suelo, con su mirada monótona hundida en la televisión y su boca descargando aquel fétido humo. Solté un bostezo antes de llegar a ella, y al pausar la música capté su atención.

—Es Linkin Park, ¿cómo te atreves? —cuestionó con voz vaga.

—Son las tres de la mañana, ¿cómo te atreves tú? —repliqué sin obtener respuesta, y pasé a sentarme a un lado de ella. Al mirar la tele, entendí que se trataba de una película. Era de acción, justo había una balacera—. ¿Cuál es? ¿De qué va?

—¿Crees que sé? Solo encendí cualquier canal.

Reí.

—Lo sé.

La mente de Rin estaba demasiado atestada. Cada facción de su rostro y cada acción torpe mostraban un grito continuo. Su comunicación corta y voz serena fingían paz; y era maestra fingiendo, experta en mentiras sin sentido, pero cada ira reprimida, cada herida mal tapada brotaba en su impertinencia espontánea, en el humo que escapaba de su boca y aquellas mínimas palabras que se aferraban en salir y terminaban siendo ahogadas.

Rin, desde hace un tiempo, solo quería gritar. Y yo moría por saber cuáles eran las palabras exactas que moraban en su grito.

—Es tarde, deberías dormir —sugerí, provocando una inmediata respuesta.

—Si venías a pedirme algo así desde un principio, era mejor que no te molestaras —contestó sin despegar la vista del televisor—. No lo haré, Len. Puedes irte a dormir tú si quieres. 

—¿Y que un disparo me despierte del susto? Paso.

—Bajaré el volumen si tanto te molesta —contestó cansinamente, buscando el control y cumpliendo su palabra. Suspiré.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2020 ⏰

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