Intento de detective (Elle Lawliet y tú)

Capítulo 9

Doy vueltas en la cama sin poder dormir. No paro de pensar en el programa de hoy...

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De repente, el silencio reinaba en la habitación mientras tres pares de ojos mirábamos impactados la caja tonta donde se veía cómo estaba sentado un hombre trajeado, de media melena lisa y una cara seria. Delante de él, un pequeño cartel rezaba "LIND. L. TAILOR".

   —Yo soy el único individuo capaz de movilizar a las fuerzas policiales del mundo entero -comenzó  decir-. Me llamo Lind L Tailor, aunque se me conoce como "L".

   —¡NO PUEDE SER!

Menos de un segundo después de que mi padre gritara impactado oí uno de sus cubiertos caer contra en suelo tras resbalarse de sus manos.

   —C-cariño, tranquilo... -murmuró debilmente mi madre.

Ambos se miraron nerviosos. Yo solo recordaba la forma en la que mi padre se jactaba de que L nunca había tenido que mostrar su rostro, ni siquiera cuando lo habían amenazado a él u otros, siempre conseguía salirse con la suya y por mucho que lo intentaran acorralar siempre se escabullía sin dejar si quiera un rastro de su presencia. Y de la nada, el muy capullo salía en la tele a nivel internacional.

   —Los asesinatos en serie que atentan contra la vida de criminales se trata del crimen más atroz de la historia y bajo ningún concepto debemos consentirlo -afirmó L-. Así, yo prometo atrapar al perpretador del mismo, aquel que, entre la población, es conocido como "Kira".

A mi mente acudían decenas de preguntas y los recuerdos de esos blogs nuevos que habían surgido hace poco para lamerle el culo a ese asesino. No podía buscar nada relacionado con los blogs como acostumbraba a hacer sin que en plena búsqueda alguno de mis "conocidos" de Internet me recomendara alguno que no haya leído ya a las pocas horas de ser creado. Complica el trabajo de mi padre e interrumpe mi búsqueda de información, ese maldito...

   —Kira -llamó el hombre de la tele-, tengo una idea bastante aproximada de qué es lo que pasa por tu mente y qué es lo que pretendes. Pero lo que estás haciendo, ¡¡está mal!!

Tras esa firme exclamación... silencio. Ni él ni nadie de mi pequeña familia pronunciaba una palabra ni emitía sonido alguno. Analizaba su rostro una y otra vez, ansiosa de saber qué pasaba por su mente, pero el misterioso L solo seguía ahí sentado, con su espalda recta y cabeza erguida, sin decir nada. Sin gesticular. No sé cuánto tiempo pasó. ¿Un minuto? ¿Más? ¿Menos? Ni idea, pero antes de que me diera cuenta, lo que estaba viendo era a L retorciéndose en la silla y apretándose el pecho adolorido, con los ojos cerrados con fuerza, justo antes de desplomarse sobre la mesa.

   —¡¡¡NO!!! ¡NO PUEDE SER!

Mi padre se levantó de golpe temblando. En cambio, mi madre ahogó una exclamación de sorpresa tapándose la boca impactada. Mientras, yo me limité a inclinarme hacia delante, intentando captar cada detalle del momento en el que dos hombres trajeados y con gafas, tal cual en "Hombres de negro", se llevaban el detective, ahora cadáver.

   —No... no me lo puedo creer... -murmuraron dos voces a la vez.

Los tres nos miráramos al notar que junto a papá, una voz artificial que procedía de la tele había comenzado a hablar. Corrimos de la mesa a delante del sofá dejando la cena a medio comer, más interesados en el giro de los acontecimientos que en cualquier otra cosa.

   —Tuve una corazonada y quise probarla -siguió la voz distorsionada-, pero nunca habría imaginado algo así... Kira... ¿así que eres capaz de matar sin presencia física...?