Capítulo 2

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—¿Cómo?-- preguntó Youngjae, perpleja y con expresión abobada.-- No ha podido…

Jaebeom se apoyó contra el mostrador y cruzó los brazos con expresión retadora.

---Supongo que sí ha podido comprarle al señor Kwon la tienda, pero…-- balbuceó el chico.

--- Te aseguro que lo ha hecho.

--- Está bien. Pero eso no significa que yo también pase a formar parte de su propiedad-- tragó saliva.

—¿No?-- el hombre levantó las cejas.-- Kwon me ha dicho que sí; los viernes y los sábados. Y que un joven que se llama Tae se encarga de la tienda durante el resto de la semana.

--- Eso no es lo mismo que pertenecerle. Sí, trabajo aquí, pero ahora que el señor Kwon ha vendido su propiedad…

--- Junto con sus artículos.

--- Yo no soy un artículo-- Youngjae apretó los dientes, furioso.

--- Es posible que tengas razón-- se acarició la barbilla.-- De todas formas, me gustaría que te quedaras.

--- Me temo que no será posible-- respondió el, quien normalmente pensaba bien las cosas antes de tomar una decisión.--- Por favor, acepte mi renuncia desde este momento.

La expresión de Jaebeom reflejó una mezcla de sorpresa, indignación y deseos de partirse de risa.

Youngjae no esperó a ver lo que sucedería. Se fue rápidamente al sótano, cogió su mochila y regresó. Ya tenía los dedos puestos sobre el picaporte, cuando sintió una mano en su codo.

--- No huyas-- le murmuró al oído.--- Realmente, no es tan difícil llevarse bien conmigo. Además, Kwon tiene la impresión de que necesitas el empleo.

--- Pero no tanto--- replicó sin volverse.

Con amabilidad, pero con mano firme, lo obligó a que se volviera y lo mirara.

--- Te asusté el otro día, ¿verdad? Fue una estupidez de mi parte. Quiero que te quedes.

—¿Por qué? Y le advierto que no me asustó--- Youngjae levantó la barbilla en actitud agresiva.

Jaebeom se encogió de hombros, y a el no le pasó inadvertido el movimiento de su musculatura, debajo de su camisa amarilla.

--- Está bien, no te asusté-- volvió a encogerse de hombros y lo confundió todavía más.-- Quiero que te quedes; en primer lugar, porque puedo aprovechar tu amplia experiencia y tu ayuda en mis tiendas, mientras me dedico a reorganizar la oficina central. En segundo lugar, porque necesitas el empleo. Y, por último, porque me parece muy injusto que renuncies cuando ya estabas incluida en el paquete--- sus ojos brillaban de una forma que a Youngjae le hubiera gustado abofetearlo.

--- El señor Kwon no tenía derecho a incluirme--- replicó.--- ¿Y a qué se debe que no esté usted en la oficina central?

--- Creo que el lugar donde elija estar, es sólo asunto mío. Y me parece que Sun In  sólo pensaba que te estaba haciendo un favor.

—¡Pues vaya favor!--- exclamó, pero después empleó un tono menos agresivo. Tal vez sea así el chico recordó que el señor Kwon, con frecuencia, hacía cosas inesperadas; sin embargo, vender sus tiendas sin molestarse en informar siquiera a su personal resultaba realmente sorprendente, incluso tratándose de él.

--- Bien. Entonces, ¿te quedas?--- preguntó, aunque ya lo daba por hecho.--- Estoy seguro de que, si nos lo proponemos, podremos llevarnos bien.

Lo cogió de un brazo y le sonrió, desarmándolo. Cuando lo miró con esa calidez, gracia y seducción, el chico pensó que no tendría que esforzarse demasiado para que llegaran a entenderse. No obstante, inmediatamente recobró la cordura y se dijo que el magnetismo sexual de ese hombre nada tenía que ver con el asunto; sin embargo, sí necesitaba el empleo. Por supuesto que había otros trabajos en la ciudad, pero tendría que empezar con un sueldo mucho más bajo; y, aunque le encantaría renunciar, no se podía dar ese lujo.

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