Capítulo 7

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Youngjae se volvió con brusquedad hacia la puerta.

—¡Jaebeom! exclamó, y colocó las manos en su espalda para aferrarse a la barandilla de la cama. Jaebeom, tu padre está enfermo…

--- Mi padre se está divirtiendo de lo lindo--- replicó él entre dientes.

El joven miró con rapidez al anciano y se dio cuenta de que Jaebeom tenía razón. Sonreía con un brillo de diversión en los ojos; golpeaba su rodilla con la mano y murmuraba:

--- Ve tras el, hijo.

--- Muy bien--- dijo Youngjae, después de tragar saliva,--- ya que hemos aclarado que ninguno de los dos tiene inclinación por el matrimonio, especialmente entre nosotros, será un tema que no nos molestaremos en discutir más--- se volvió hacia Chul-Soo.--- Ha sido un placer conocerlo, señor… Chul-Soo, pero puesto que su hijo ya está aquí…

--- Para lo que me sirve--- lo interrumpió el hombre.--- ¡Míralo! Parece una bomba a punto de estallar. Bastante tengo ya con comerme la comida del hospital--- le dirigió una sonrisa maliciosa a su hijo.--- Quédate a hacerme compañía, niño. Necesito a alguien alegre cerca de mí.

--- Estoy seguro de que, en cuanto me vaya, Jaebeom lo animará--- respondió el, diplomático.

--- Lo dudo--- replicó Chul-Soo.--- Con esa cara, más bien me deprime.

--- Bueno… estoy seguro…

--- Yo también--- Jaebeom dio un paso hacia el chico.--- Estoy seguro de que te vas a largar de aquí, ahora mismo.

El joven mantuvo una ceja levantada con dignidad, y no se molestó en responder.
Durante un momento, Jaebeom dio la impresión de estar aturdido, pero luego dio otro paso hacia el, lo cogió de un brazo y lo condujo con brusquedad a la puerta.

Youngjae miró por encima de su hombro para despedirse de Chul-Soo.

--- Adiós, señor Im--- sonrió.--- Espero que nos volvamos a ver pronto y esté ya mejor.

--- Me aseguraré de ello. Hasta pronto, pequeño.

--- No te engañes--- murmuró Jaebeom junto al oído del joven, todavía sujetándolo.-- Es posible que le hayas caído bien, pero no volverás a acercarte a él. ¿Comprendes?

--- No--- respondió el con frialdad, y molesto por sentir su aliento en el oído.--- Supongo que ésa es decisión de él, ¿no?

--- No, si de mí depende--- aseveró Jaebeom con firmeza.

--- No me digas--- replicó Youngjae, con aparente dulzura.--- No comprendo qué tienes que ver tú en esto.

--- Te lo advierto--- insistió él, aún más enfadado. No te…

—¡Oh, ya basta! Deja de comportarte como si fueras Julio César. Tú mismo dijiste una vez que yo sería un pésimo esclavo---- al fin, logró zafarse y avanzó con paso marcial por el pasillo, sin molestarse en volver el rostro para mirarlo. Sin embargo, sí que alcanzó a oírlo maldecir.

El chico se preguntó, mientras bajaba en el ascensor, qué había sucedido unos minutos antes en la habitación del señor Im. Jaebeom se había comportado como si pensara que el pretendiese envenenar a su padre. ¿O, acaso, sólo estaba disgustado porque lo había oído comentar que nunca se casaría con un hombre como él?

Pero eso no tenía sentido, puesto que él tampoco se quería casar con Youngjae; él mismo lo había dicho. ¿Podía estar enfadado, sólo porque acababa de conocer a la primera persona que no se moría por apoderarse de su fama y su fortuna? El joven movió la cabeza. No parecía muy probable. A menos que estuviera furioso porque esta vez no había sido él quien había lanzado el primer disparo…

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