Capítulo 8

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—¿Cómo? preguntó Youngjae, perplejo.--- Jaebeom, yo sólo he comentado que algún día vas a ser un buen padre, no que yo me quiera casar, y mucho menos tener hijos--- Jaebeom le dio la espalda, sin responder, así que el joven insistió con obstinación:--- Además, ni siquiera es cierto lo que acabas de decir. A ti te encantan los niños; quizá, hasta más que a mí.

Jaebeom se encogió de hombros, pero continuó en silencio. Youngjae se molestó aún más.

—¿Acaso te crees que me quiero casar contigo? Porque te aseguro que nada podría estar más lejos de la verdad.

---Ya habías mencionado eso antes--- Jaebeom habló por fin.--- Y te aseguro que si lo que buscara fuese que alguien alimentase mi orgullo masculino y paternal, no se me ocurriría recurrir a ti.

--- Pues qué bien--- murmuró Youngjae, contemplando su amplia espalda.--- Entonces, ¿qué quieres exactamente? Me has traído aquí contra mi voluntad; no me has dado ninguna explicación por tu horrible comportamiento en el hospital, salvo apenas un simulacro de disculpa; casi me exiges que nos veamos mañana, y después me acusas de que quiero que te cases conmigo. O estás loco… o te crees que lo estoy yo.

El hombre se volvió, pero en lugar de responder con brusquedad, como Youngjae esperaba, lo miró con una especie de arrepentimiento y amargura.

--- Me doy por vencido--- levantó las manos; con gesto derrotado.--- Tengo que admitir que tienes razón. En parte, te he traído porque quería que hiciéramos las paces, pedirte una disculpa; pero no lo he hecho muy bien. Lo que he comentado sobre el matrimonio y los niños… no lo he hecho para molestarte--- fijó la mirada en la pared.--- A veces digo cosas… Creo que tendrás que aguantarme.

--- Ten la certeza de que no--- replicó el con sequedad.

--- No espero que lo hagas. Aunque no lo creas, secuestrar personas indefensas que suelen caerse al suelo con frecuencia, no es una de mis especialidades.

--- Soy hombre--- aclaró con indignación;--- pero no estoy indefenso, y no tengo la costumbre de caerme al suelo.

---- Puede que no, pero te pones muy guapo cuando te enfadas--- Jaebeom volvió a mirarlo con esa sonrisa suya tan encantadora.

Youngjae se paralizó y, al rato, comentó, confuso:

--- Oye, Jaebeom, ¿sería mucho pedir que me explicaras el porqué de esos cambios de humor, como si fueras Jekyll y Hyde?

Por un instante, el chico creyó que Jaebeom iba a derribar el muro que había levantado a su alrededor; no obstante, su expresión se volvió reservada enseguida, como siempre que se le pedía una explicación.

--- Sí, creo que es mucho pedir---  contestó él con brusquedad.--- Y supongo que no me creerás si te prometo que de hoy en adelante sólo actuaré como Jekyll.

—¿Existe alguna razón por la que pudiera creerte?--- Youngjae suspiró.

--- Realmente, no--- admitió Jaebeom, con un candor irritante.

--- Entonces, ¿qué vamos a hacer? Sé que he aceptado verte mañana…

--- Pero no piensas cumplir tu palabra; ¿te refieres a eso?

---Bueno…

--- Olvídalo. La cumplirás--- metió las manos en los bolsillos del pantalón y echó la cabeza hacia atrás, en una actitud agresiva y vulnerable a la vez.

—¿Ah, sí?--- Youngjae puso los brazos en jarras.--- ¿Y cómo piensas conseguirlo?--- aún estaba muy confundido, pero no hasta el punto de permitir que Jaebeom lo dominara.

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