Capítulo 4

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Jaebeom sabía a vino cálido y embriagador. Youngjae permaneció con su boca pegada a la de él, con una desesperación y un anhelo que jamás hubiera sospechado que podría experimentar.

Él le permitió hacer una primera exploración, y el chico le acarició los labios con la lengua. Jaebeom permaneció quieto, con una mano en la cadera de Youngjae y otra en su cuello. No obstante, cuando el ya no pudo soportar su falta de respuesta, lo abrazó y se estrechó contra él, por lo que Jaebeom emitió un gemido ronco y lo ciñó con fuerza.

Entonces lo besó con intensidad y asaltó su boca, hasta que el abrió los labios, deseoso y sin aliento. Un momento después, como si hubiera decidido que ya habían resuelto el asunto pendiente que había entre ellos, lo apartó y expresó con un control absoluto:---Bueno, ya está.

Youngjae, que aún luchaba por recuperar el aliento, lo miró anonadado, hasta que al fin pudo hablar.

—¿Qué? ¡Eres un bastardo! ¿Por qué… por qué has hecho eso?

---No he sido yo. Has sido tú.

—¡Pero tú me has provocado!

—¿Sí? En ese caso, tal vez haya sido porque lo deseaba, o quizá porque quería averiguar si podía conseguirlo. Elige la respuesta que prefieras.

—¡Cerdo!

—¿Por qué? ¿Por que me has besado?

---Yo no…

---Claro que sí. Y de hecho, ha sido muy agradable, tal y como me lo imaginaba.

—¡Oh! exclamó el joven. Eres… eres… ¿cómo has podido ser capaz?--- atónito y cegado por la ira, buscó el picaporte, abrió la puerta y salió del coche precipitadamente.

---Youngjae--- le gritó él, inclinándose sobre el asiento vacío y mirándolo con una franca sonrisa,--- no ha estado tan mal, ¿verdad?

---Muy mal--- replicó el,  y lo miró con furia.--- Ha sido…--- la realidad era que para el había sido un beso fantástico, pero cuando Jaebeom adoptaba esa actitud de depredador, de absoluta confianza en sí mismo y de burla, lo único que deseaba era golpearlo. Pero no importa miró hacia el cielo con amargura.---Sólo ha sido un beso.

---Gracias por aceptarlo--- dijo Jaebeom con frialdad.

----No tienes nada que agradecer. Buenas noches---- murmuró el joven, mirando aún hacia el cielo; y, de pronto, sintió algo muy frío en la nariz.
Era el primer copo de nieve.

Rápidamente, se dirigió a la puerta de su casa.
Al meter la llave en la cerradura, oyó a su espalda la risa fuerte y clara de Jaebeom, en medio del aire invernal.

Cerró la puerta y se quitó los zapatos. Cuando se inclinó para levantarlos, pensó que ahora resultaría aún más difícil trabajar para Jaebeom. Si él quería, no tenían por qué encontrarse con frecuencia; sin embargo, el joven tenía el desagradable presentimiento de que eso no iba a ocurrir.

Subió por la escalera y abrió la puerta de su habitación, al tiempo que pensaba que debía existir un motivo para que Jaebeom se comportara así. No sabía cuál podía ser. Lo malo era que, aunque le desagradaba su conducta, tendría que aprender a aguantarlo, ya que… necesitaba el empleo. ¡Si al menos no le resultara tan inquietante! Si no lo hubiera besado…

Esa noche se quedó dormido tratando de no pensar en el beso que había compartido con Jaebeom. Para el había sido muy diferente de los que había dado o recibido en el pasado… y se tenía que asegurar de que no volvería a repetirse. Aunque tuviera alguna ventaja el volverse loco por el hijo favorito de Mokpo, cosa que dudaba, realmente no disponía de tiempo para sostener ese tipo de relación con nadie…

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