Capítulo 5

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—¿Cómo?--- gritó Youngjae.--- No puede hacerlo.

--- Pues lo ha hecho--- respondió Tae con amargura.

---Eso es ilegal.

--- No, porque me ha dado el sueldo de dos meses como indemnización.

--- Oh, Tae, siento mucho que te haya despedido. ¿Qué vas a hacer?

--- Voy a trabajar en el supermercado que está enfrente de la tienda. Bueno, adiós, Youngjae, sólo te he llamado para avisarte.

--- Adiós, Tae, y buena suerte-- colgó el auricular y después, subió a su habitación y se sentó en la cama.

De manera que Jaebeom lo había hecho; había despedido a Tae. Eso le dejaba con más dudas respecto a su jefe.

El haber despedido al joven de esa forma indicaba que Jaebeom era un hombre bastante insensible y duro, aunque a el le costara trabajo admitirlo. Por eso estaba tan seguro de que acabaría haciéndole daño. Lo único que quería era tener una aventura, ahora que disponía de más tiempo para ello.
Pero eso no era lo que Youngjae quería. De pronto, se había dado cuenta de que cuando quisiera tener una aventura amorosa, ésta sería para toda la vida.

Pero, tal y como le había dicho a Jaebeom con absoluta sinceridad, por el momento, no tenía tiempo para eso. Y aunque así fuera, Jaebeom, con sus cambios de humor y su mal genio, con sus ausencias repentinas y su arrogante actitud… no era el hombre adecuado para el. Y si, aparte de eso, Jaebeom ya tenía a otra persona, primero moriría antes que aceptar ser sólo una más de sus aventuras.

Impulsivamente, se levantó, le avisó a su madre que iba a salir, y bajó por la escalera. Había pasado todo el día anterior y parte de ése reflexionando sobre si sería capaz de trabajar para él y, al mismo tiempo, mantener sólo una relación platónica; pero no había podido llegar a ninguna conclusión. No obstante, ahora ya tenía la respuesta.

Media hora más tarde, llegó a la oficina central de la empresa. Ya se había ido todo el personal; sin embargo, las puertas del impresionante edificio de ladrillos aún estaban abiertas de par en par, y Jaebeom se encontraba en su oficina estudiando unos papeles.

--- Todavía estás aquí--- comentó el joven.

--- Sí, no creo ser un maldito fantasma--- replicó él.

En ese momento, Youngjae pensó que podía haberle llamado por teléfono, en vez de tener que aguantar su mal humor.

Jaebeom deslizó el dedo por una hoja hasta llegar a su parte posterior y, después, levantó la vista hacia el.

—¿En qué puedo servirte?--- preguntó, con un tono mucho más amistoso.

--- Has despedido a Tae--- lo acusó, después de enderezar los hombros.

--- Ya lo sé--- volvió a mirar la hoja de papel.

--- Le podías haber dado otra oportunidad, ¿no?--- el chico apretó los labios.

--- Ha tenido muchas oportunidades, y no necesito que me indiques cómo debo manejar mi negocio.

--- Está bien--- aceptó el joven,--- no lo haré. Puedes manejar tu negocio como te dé la gana, porque no pienso trabajar más para ti.

En ese instante, Jaebeom levantó los ojos con suma frialdad.

--- Lo siento--- añadió Youngjae con la voz tensa.

—¿Por qué, Youngjae? ¿Porque he despedido a Tae, o porque no voy a poder acostarme contigo?

--- Por las dos cosas--- replicó, irritado por su brusquedad y por lo poco que a él parecía importarle.

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