La leyenda

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En un pasado muy lejano una jovencita iba todas las mañanas a un monte, apartado del gentío, para orar a su Dios, pero no un dios cualquiera como Anubis o Pisis, no, este Dios es el Dios de Abraham o Noé, el Dios que creó los cielos y la tierra, los mares y las nubes, la luz y las tormentas.

La sonrisa y su alegría creaban un ambiente pacífico, una tranquilidad sobrenatural, donde tu corazón queda en reposo y tus emociones se equilibran, soltando toda mala vibra.

Algunos decían que ella era un ángel enviado por Dios, para calmar a la tierra, pero otros creían que era una simple fachada para más tarde dar una apuñalada por la espalda. Y así los rumores iban y venían, se distorsionaban; exagerando ciertos aspectos, agregando uno que otro detalle ficticio, y así de boca en boca, terminó a oídos del faraón.

Este no quedó de brazos cruzados, y convocó la presencia de la joven, ésta al acudir al llamado; le fué otorgado un puesto en la casa del faraón, gracias a su belleza singular y su actitud tan formal.

Pero entre todas esas virtudes que agradaban a los ojos del faraón, había algo en especial que encendía rabia y curiosidad. El que todas las mañanas fuese a un lugar solitario para adorar a su Dios. Este sin más, preguntó quién era al que tanto alababa, pero no fué sino a espaldas de ella a aclarar su duda. Al presentar sus cuestionamientos, no fué más que sólo vanas palabrerías que envenenaron el corazón del faraón, volviéndolo en contra de la muchacha.

Esta por su parte, la molestia y la imopotencia le carcomían, puesto que, sentenciaban con severidad, pagando con su vida aquellas acusaciones, pensaba el conversar eso con el faraón. Poco a poco sin que ella se diera cuenta, esa molestia y ese deseo por impartir justicia se convirtieron en rabia hacia aquellas personas que juzgaban con injusticia al pueblo.

El momento de hablar había llegado, en sus corazones solo había rabia, pero sus cantidades eran muy desigualadas. Cuando la joven presentó su angustia al faraón, este dió un vuelco en su corazón, había juzgado de manera apresurada a la joven, pero el daño ya estaba hecho.

Pero, ¿qué daño?
El que había permitido que se hiciera en el corazón de la chica, esa rabia no provenía de ella, sino de alguien más, y ese alguien estaba conciente de lo por venir.

Y no sería agradable.

Algo nuevo despertó en la chica, cosa que la alejaría del padre celestial.

Pero aún con su hermosa sonrisa y actitud formal, tomó cartas en el asunto que tanto le aturdía.

Entablando una amistad con uno de los príncipes de esa nación, recién llegado al juzgado. Poco a poco fué introduciéndose en su corazón, hasta llegar a cautivarlo. Ella fingía toda inocencia, y con esa actitud lo convenció, de a poco el príncipe fué ganando la confianza de muchos en ese país, a tal punto de causar la misma influencia que el faraón, obteniendo de a poco la misma autoridad que el, y así se llevó a cabo el golpe de estado.

En ese transcurso de tiempo uno por uno, los encargados del juzgado iban desapareciendo de manera extraña, unos sospechaban la repentina muerte de estos, y otros simplemente creían que habían abandonado las tierras.
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"Oh, que ingenuos, parecen niños lejos de su madre... ¿Díganme, qué se siente?"

Una dulce risa invade aquella sala, adornada por los cadáveres de aquellos hombres que alguna vez juzgaron más de la mitad del país, sentenciándoles a la muerte.

Se dice que aquella joven vivió sus días en total calma y felicidad. Manejando las mentes de los más grandes reyes a su antojo.
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"Ustedes creen que controlan todo, pero de lo que no se dan cuenta es que están siendo controlados"

Una sutil sonrisa adorna el rostro de aquella singular muchacha. Ella sabía dónde terminaría, y tenía una idea de quién lo haría
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"Hasta pronto, joven Ismael".

Por última vez, su sonrisa presencia su muerte, siendo envenenada por aquel hombre al cual el faraón consultó, buscando respuestas.
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Se dice que cada vez que un bebé o niño quede huérfano, la reina Tn orará en busca de su felicidad, y en los sueños de ese pequeño o pequeña, lo acurrucurá en su pecho abrigándole y protegiéndole de todo mal y temor.

Tú, mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora