Rutina matutina

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En un pequeño balcón, bajo el cielo rojo decorado por las nubes negras y un pentagrama a la lejanía, una pequeña miraba curiosa ante la pregunta que acababa de soltar, en busca de una respuesta por parte de su acompañante mantenía una mirada fija, esperando pacientemente con una pequeña sonrisa. Poco tiempo pasó, cuando la interrogada suspira dejando su mirada en la lejanía del horizonte manchado de tonos rojos, grises y negros. "Retoño, debo decirte que aún, dentro de las paredes de esta casa hay maldad..." cada que la mujer terminaba con cada palabra, la pequeña pelirubia acentuaba su mirada aún más confusa. "Verás, puede que tu padre las trate bien, a y a tu madre, pero como antes ya te había dicho, todos tenemos cosas buenas como malas.." termina dirigiendo una mirada dulce a la pequeña. "Tú también tienes cosas malas?" pregunta dubitativa la pequeña. "Claro retoño! Yo no soy perfecta, por más que lo intente, nunca podré volver a tener una conciencia tan pura como la tuya, ya que cómo todo demonio, tengo intenciones ocultas" suelta tranquila, a lo que la niña la mira con duda. "Entonces, tú estás conmigo por interés?" interroga una vez más a la muchacha. "Eso? Jamás! Retoño, recuerda que estás hablando con tu tía, la reina Tn, o ya no recuerdas los sueños que haz tenido los últimos días?" culmina con una sonrisa de ojos cerrados, la niña se limita a mirar con sorpresa a su acompañante. "Pero... yo no te había dicho nada..." Suelta casi entre murmullos. "Mi vida, por algo me dicen The Dreamy Demmon" dice sonando un poco divertida, apartando su visa de la niña, para luego ponerse sobre sus pies, abandonado la pequeña silla donde antes reposaba, así a paso lento, abandona la habitación, deteniendo su camino en el arco de la puerta. "Dulces sueños, mi retoño" se despide suavemente, apagando el foco que alumbraba la habitación de la apodada 'retoño' está por su parte, suelta un suspiro mirando por última vez aquel lugar tan lejano y blanco que se logra divisar a lo lejos, entre todo el rojo y negro del cielo del infierno. Separándose de la silla en la que antes estaba sentada, corre su vista por el escritorio, este repleto de dibujos y pegatinas le saca una sonrisa al ver un dibujo en especial, este en el que se encontraba ella junto con sus padres, tía, y pequeños demonios en un lugar blanco lleno de nubes del mismo color, asemejándose al cielo.
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Ya han pasado varias semanas en las que no he sabido nada de mi tía, cosa que me tiene preocupada, ya que ella siempre aparece entre semana, cuando el papeleo y las juntas se lo permiten, vaya que los últimos siglos su "negocio" se ha convertido en una enorme empresa, y por lo poco que me ha contado mi primo Yeshua, se está siendo reconocida en algunas partes del mundo humano.

En fin, ahora sólo debo concentrarme en qué hacer con el terreno que me donó uno de los socios de mi padre, siendo más específica, Fredrick Von Eldritch, el padre de mi actual pareja, Seviathan. Aún no le he mencionado mi idea para redimir a los demonios, pienso hacerlo esta misma tarde, puede que al principio se lo tome mal, pero tal vez luego de explicarle pueda estar de acuerdo.
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"No Charlie, eso es una locura!" Exclama con el ceño fruncido aquel demonio de piel grisácea. "Puede ahora sea una locura, pero voy a demostrar que no lo es!" Responde de la misma manera la heredera del trono. "Haz lo que quieras, yo me largo" suelta con molestia acomodando el cuello de su camisa. "Acaso esto es porque no soy como tú quieres que yo sea?!" Dice la chica, llamando la atención del joven demonio. "Entiende Charlie, mi reputación está en juego, mientras tú andas con tus fantasías de que puedes solucionar todo hablando" dice un poco más tranquilo. "A! Claro, claro, tu reputación importa más que yo y como me sienta" dice más dolida. "Por favor Charlie, no seas melodramática, sabes? Mi hermana tenía razón" suelta esbozando una media sonrisa con el ceño levemente fruncido, dándole la espalda a la chica. "Sólo eres una niña inmadura, tan mimada que no conoce el mundo real" habla, sonando despectivo ante la joven, el se limita a mirarla de reojo. "Charlie, esto se acabó" y así el joven demonio hizo su camino fuera de las extensiones de la mansión Magne. La chica aún dolida queda en shock durante unos segundos, cuando sin siquiera notarlo, las lágrimas se asomaron por sus amarillos ojos, abriendo paso escapan de su escondite surcando las mejillas rojas y la piel blanca de la joven. De uno de los numerosos muebles, salen dos cabritas antropomórficas, estás se acercan a la sollozante chica, uno estos  se acerca lo suficiente como para que la demonio se percatarse de su presencia, ella trata de apaciguar sus lágrimas, pero estas no ceden en forma alguna, a lo que la pequeña criatura saca una dona debajo de su traje, ofreciéndole a la rubia, está la recibe con una pequeña sonrisa.
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Ya habían pasado varios minutos cunado la rubia logró calmar su llanto. "Razzle, sabes dónde se metió Dazzle?" pregunta mirando por toda la sala, hasta terminar posando su vista en la criatura en espera a una respuesta, a lo que este niega con su cabeza.

Tú, mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora